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Arcos

José Gamaza, otro héroe anónimo del Arcos del coronavirus

Durante prácticamente todo el día conduce el autobús urbano. Su rutina es el aburrimiento por la lógica falta de viajeros

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José Gamaza en plena faena con el autobús urbano.

José Gamaza en plena faena con el autobús urbano.

Al borde de sus cincuenta años de vida, José Gamaza es el chófer amable que cada día recorre las calles de Arcos conduciendo el autobús urbano, el cual sigue funcionando como servicio mínimo y esencial gracias ahora al Ayuntamiento que sufraga los gastos. Sí, porque aún hay personas que necesitan un desplazamiento justificado y que no disponen de medios para hacerlo en vehículos particulares. Esta actividad supone un trabajo extraordinario para este vecino de Arcos, padre de un hijo de 18 años y una hija de 13, que sin duda se la juega a diario al permanecer más expuesto al contagio que el resto de personas, por lo que de antemano le brindamos un aplauso.

Trabaja de siete y media de la mañana a cuatro de la tarde en un primer turno, y de seis y cuarto de la tarde a nueve de la noche en un segundo. Un montón de horas en turnos partidos para que el autobús urbano siga funcionando y trasladando a los usuarios al centro urbano, El Santiscal, barriada de la Paz y Barrio Bajo. Sin embargo, su esfuerzo, más allá de lo físico, es psicológico, pues cada día se ve sometido a la falta de viajeros y, en este sentido, a un aburrimiento total que solo se puede suavizar escuchando la radio, único entretenimiento de este experimentado chófer que trabaja en el grupo Valenzuela desde 1995. Ahora mismo es prácticamente el único trabajador de la empresa que opera en las calles, ante la incertidumbre de una plantilla que, como viene ocurriendo en el resto del país, se ve ahora mismo inmersa en un ERTE.

Su día a día comienza con un obligado desayuno en casa ante el cierre de los bares, aunque después, a eso de las once y media de la mañana, suele tomar un tentempié en el mismo autobús. Sobre las siete y cuarto de la mañana parte del garaje situado en El Retiro para comenzar su ruta diaria. Antes, es preciso limpiar el autobús a golpe de desinfectante para extremar la higiene y revisar escrupulosamente cada elemento, cada pasamanos que habitualmente toca el usuario. Las medidas preventivas se extreman en su persona, pues trabaja con mascarilla y guantes con las molestias que ello reporta.

Ya de vuelta del autobús, su intranquilidad no acaba por su temor a contraer el virus y meterlo en casa debido a su trabajo. Son cuatro conviviendo en confinamiento. Es el día a día de todos los españoles, pero en su caso con mayor valentía.

 

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