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Sevilla

Los cuadros cobran vida en el Bellas Artes

Tirso de Molina, Bécquer, Murillo e incluso el emperador Carlos V cobran vida en el Museo de Bellas Artes de Sevilla para explicar las obras de artes

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  • La iniciativa -

Tirso de Molina, Gustavo Adolfo Bécquer, Murillo, Carmen la Cigarrera e incluso el emperador Carlos V cobran vida en un espectáculo para recorrer de la mano de los visitantes los pasillos del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

En el patio del claustro del museo, el público es recibido por un monje vestido completamente de blanco cubriendo su cabeza con una capucha, para descubrirse como Tirso de Molina, dramaturgo español del Siglo de Oro creador de la famosa obra "El burlador de Sevilla".

El religioso recuerda que, justo entre las paredes de la que era su casa, ya que el actual museo se ubica en el que fue convento de la Merced, escribió su gran obra, aunque no le "gusta demasiado" el tinte de "don Juan" que adquiere su personaje.


Pietro Torrigiano, escultor florentino precursor del Renacimiento, sorprende por su fuerte carácter, llegando a contar la famosa anécdota de cómo, en una acalorada discusión con Miguel Ángel, le rompe la nariz, según él, de un "martillazo de ná".

El escultor, que más que italiano parece andaluz, se refiere a los muslos de un bebé como si fueran "molletes de Antequera" (Málaga) o a su gran 'San Jerónimo', del que destaca su realismo anatómico y del que dice que hay que "cortarle las uñas".

La tónica de este lenguaje cómico se mantiene durante toda la visita, como con San Francisco de Borja, pintado por Alonso Cano, que se presenta como un noble que "se convirtió en monje por amor".

El espectáculo comienza a tomar fuerza cuando por fin se llega a la majestuosa Sala V, en la iglesia principal del monasterio, que arropa las obras más importantes de Murillo y Zurbarán bajo un manto de frescos.

De Zurbarán destaca el imponente cuadro de la 'Apoteosis de Santo Tomás de Aquino', del que cobra vida el emperador Carlos V para hacer una reseña un tanto curiosa del pintor extremeño: nunca aprobó el examen del gremio.

La gran estrella del museo es el pintor hispalense Murillo, que hace su aparición para desmontar los entresijos de sus obras: con el desgarrador cuadro de 'San Francisco abrazando a Cristo en la Cruz' el pintor se emociona al ver las profundas llagas sangrantes que transmiten un "sufrimiento real".

De la 'Virgen de la Servilleta', su autor hace ir a los visitantes de la parte izquierda a la derecha de la sala para que se fijen en el magistral detalle de que, sea cual sea el ángulo en el que se esté, el Niño Jesús siempre mira al público.

Con el personaje de Santa Dorotea, la visita comienza a tomar tintes de programas del corazón al desentrañar las idas y venidas del taller de Zurbarán; es más, la santa no se muerde la lengua a la hora de tildar al pintor Juan Valdés Leal de artista "muy barroco" y de "buen comer" por su exceso de querubines rechonchos.

Santa Dorotea, "Dorothy para los amigos", invita a los visitantes a la fiesta de la mascarada de Fernando VI del artista Domingo Martínez, donde un par de simpáticos borrachines salen del cuadro para bailar pegados.

Por último, el público se adentra en las salas dedicadas a la esencia sevillana: nada más entrar, Gustavo Adolfo Bécquer contempla su retrato absorto mientras recita si "volverán, de una vez o no, las oscuras golondrinas".

Carmen la Cigarrera, plasmada por el pintor sevillano Gonzalo de Bilbao, deja la fábrica de tabacos para contar al público la trágica historia de su muerte a manos de un celoso amante francés a las puertas de la Plaza de toros de la Maestranza de Sevilla.

Como punto y final, unas zalameras sevillanas, ataviadas con mantilla blanca y abanico, dejan su paseo de una calurosa noche de verano para invitar al público masculino a que las acompañen, haciendo alarde de sus "dotes de seducción".

Con este espectáculo, el museo, de la mano de la empresa Conocer Sevilla, abre sus puertas a que varios personajes cobren vida para explicar la historia de cada lienzo, con visitas por grupos de 15 a 30 personas con una entrada para los ciudadanos de la provincia de 12 euros y de 18 euros para los visitantes de fuera.

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