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El jardín de Bomarzo

Duelo al sol andaluz

Hay que reconocer que no hay otro partido como el PSOE a la hora de organizarse en batallas internas

Publicado: 21/05/2021 ·
12:11
· Actualizado: 21/05/2021 · 12:11
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Hay que reconocer que no hay otro partido como el PSOE a la hora de organizarse en batallas internas, de hecho es como si existiese un protocolo no escrito mediante el cual los acuchillamientos se realizan de manera organizada, casi educada, respetando una cultura centenaria cultivada tras miles de congresos. Es imposible, por tanto, que otras formaciones de reciente cuño alcancen su nivel en esta materia ante una metodología fina en el acoso y derribo al adversario/compañero; se dividen en bandos por el todo o nada y el que gana aspira a seguir en el tiovivo de la política sobre figura destacada tipo corcel negro bravío y el que pierde pasa a la parte de atrás del coche de bomberos o taza chunga o, lo peor, se cae para convertirse en mero espectador. Y lo divertido es dar vueltas, no mirar como otros las dan. En estas, Susana Díaz y Juan Espadas van organizando grupos, bandos, en apoyo de sus candidaturas en la idea de ganar adeptos para este proceso de primarias que les convierta en candidato para las próximas elecciones autonómicas y es de suponer que el ganador será elegido secretario general del partido en el congreso que se celebre a finales de año tras el federal, previsto para octubre. Por tanto, todo o nada para uno u otro y, cómo no, para aquellos que impulsan sus candidaturas.

Susana Díaz -18 de octubre de 1974, abogada-. Según se dice su equipo está ayudando a que Luis Ángel Hierro, tercer candidato a estas primarias, logre los avales suficientes, no son muchos pero casi imposible para alguien como él y a Díaz le interesa que llegue, así mina las opciones de su principal contrincante, que es Espadas. Esta es la principal cualidad de Susana, conoce al dedillo el plano orgánico, se maneja con soltura en el cuerpo a cuerpo y es capaz de hablar por teléfono con cada uno de los militantes si hace falta y, de paso, abrazarles con cariño, ejercer una empatía personal sin límites porque su cabeza y memoria registra todos los detalles y los usa con habilidad. Nadie duda que Susana Díaz es la peor contrincante con la que te puedes medir en un  proceso como este, se faja hasta el infinito y más allá, conoce al partido, no tiene límites.

Con Pedro Sánchez enfrente, no ha logrado hablar con él, sabe que se la juega por el todo o nada y, con ella, su equipo más cercano, de hecho si pierde tanto Ferraz como la facción ganadora en Andalucía aniquilarán al susanismo por siempre jamás. En su trayecto hasta donde está supo destacar desde la concejalía con Monteseirín y en el camino apartó a todos que representaron un obstáculo, empezando por Rafael Velasco, aquel joven cordobés que cuando Griñán competía en su mismo metro cuadrado de sombra. Díaz, en esto, se maneja perfecta, con carácter: "Los que han traicionado la confianza que un día puse en  ellos, en algún momento les exigiré una explicación. Les aseguro que de rositas no se van...", dijo esta semana en un acto. Con los números en la mano y la sensaciones, más la necesidad de renovación palpable en la militancia, muchos se preguntan por qué no hizo lo que Mario Jiménez le aconsejó tras no lograr renovar el gobierno y era buscase una salida y proteger a su círculo de confianza -motivo por el cual le defenestró-. Pero para Susana no existe la palabra rendición y se aferra a lo que le pasó a Sánchez, que estando muerto se agarró a un clavo ardiendo y al final se lo ha quedado todo. ¿Por qué, entonces, a ella no le puede pasar lo mismo? Otros miden la diferencia en que Susana se ha echado a demasiada gente enfrente y en este proceso se está viendo, las cuitas del pasado se guardan y ahora afloran. El tono se eleva, como Jiménez Barrios sobre Irene García: "Son los que cambian de bando los que tienen que dar explicaciones a la militancia", a lo que la sanluqueña replicó con un "Susana Díaz ya no genera ilusión ni confianza". Disparos previos que, a medida que avance la campaña, se tornarán más agresivos porque no hay que olvidar que de fondo estarán los congresos provinciales y que en buena medida se verán afectados por lo que suceda ahora.

 Juan Espadas -30 de septiembre de 1966, abogado-. El alcalde de Sevilla ya anunció a principios de la presente legislatura que no seguiría al frente del cabildo sevillano una vez terminada la presente porque desde entonces tenía su mirada fijada en San Telmo, sus relaciones con la ex presidente Díaz nunca fueron más que cordiales y aunque se precipitó en un desayuno en Madrid dejando ver sus intenciones ha logrado sumar a otros aspirantes para convertirse en el principal candidato, el que más opciones parece tener. Moncloa le apoya -más que Ferraz- y, aunque intenta soltar lastre sobre esto, sus adversarios le señalan como el candidato de Madrid para erosionarle ante los 44 mil militantes que con sus votos han de elegir a su futuro líder. Una militancia envejecida a la que no se convence con mensajes en facebook, necesitan el contacto de la piel con su líder, un mensaje renovador, ilusión. Socialistas de toda la vida acostumbrados a esto. Espadas es sevillano nacido en barrio obrero, estudiante aplicado de Salesianos, católico y alcalde, para muchos un miarma oficial que quiere asaltar Andalucía desde una sevillanía férrea y esa, junto al apoyo de Madrid y su poca cultura orgánica, son sus obstáculos ante este arriesgado asalto a primarias del 13 de junio.

A favor cuenta con un discurso moderado, renovado. El apoyo de Madrid -que es evidente aunque intente soltar amarras- también se torna en ventaja porque en el PSOE, como en todos sitios, hay una predisposición manifiesta de alinearse tras el poder y el poder hoy lo representa Pedro Sánchez pese a no vivir, tras Madrid y lo de Ceuta, su mejor momento. Le beneficia el voto oculto, que es sobre todo el de aquel supuesto susanista que mide sus apuestas y siempre le regará con delegados bajo cuerda porque hay que sembrar por si acaso, no es oportuno poner los huevos todos en un mismo cesto. Cuenta con el apoyo mayoritario de Huelva, Jaén casi al completo, Cádiz también y buena parte de Granada; mantiene porcentajes interesantes en Sevilla, casi la mitad, Córdoba y Málaga y se presenta a los mítines con el Bievenidos de Miguel Ríos por idea de su organizadora de campaña, Ángeles Férriz, a quien el rock and roll, el ruido de campaña y la animadversión con Díaz animan por igual.

Deberá dejar la alcaldía si gana en no mucho tiempo porque el temor es que Moreno Bonilla convoque a finales de año bajo la excusa de las tensiones cada vez mayores que el gobierno autonómico mantiene con Vox, ahora por el asunto de Ceuta y después por la previsión de que la formación de Abascal liderada en Andalucía por el gaditano Gavira no apoye los presupuestos y les ofrezca la excusa de adelantar un año. En este caso, Espadas deberá dejar la alcaldía en breve y ahí se vaticina problema porque su número dos es la onubense Sonia Gaya, a quien según reglamento le tocaría ejercer de alcalde hasta final de legislatura y esta es persona de confianza de Verónica Pérez y, por tanto, de Susana Díaz. Sería como darle la alcaldía de Sevilla a su contrincante. Gaya debería renunciar para que el alcalde fuese el número tres, que es Antonio Muñoz, y nadie duda que no lo haría.

El PSOE-A, por tanto, se cita en un duelo bajo este sol andaluz fiero a orillas de junio y no solo Díaz y Espadas sino toda la gente que tras ellos van y lo hacen sabiendo que lo que se juegan es mucho en un partido que ha disfrutado del gobierno andaluz durante 37 años y sabe lo que eso significa, que gobierna seis de las ocho diputaciones y el sesenta por ciento de las 785 alcaldías andaluzas, exactamente 458tres de las ocho capitales de provincia y cinco de las doce ciudades de más de cien mil habitantes. Pues todo eso se junta para votar a un líder y, desde ahí, irá todo demás.

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