Estamos de primarias en Podemos San Fernando, en el resto de municipios de España y en algunas Comunidades Autónomas. Este es un proceso tan vital como complejo, porque en él participan, no los miembros más antiguos de los círculos, no las camarillas locales, a golpe de mano levantada, ante la atenta mirada de los líderes también locales, ni compromisarios enviados a una conferencia presencial, que deciden su voto en una negociación de pasillo, sino la gente de Podemos, los miles de inscritos que deben juzgar nuestro trabajo con afecto pero también con la objetividad que da la distancia. Podemos, con su democracia participativa, puso la cara colorada a la mayoría de partidos que había hasta el momento e hizo que sus respectivos simpatizantes dijeran: «yo quiero algo como eso; yo quiero opinar; yo quiero que una persona sea un voto». Porque ningún proyecto de país puede ser llevado adelante con seriedad y rigor si no se respeta por el propio partido lo que se quiere implementar en el país, o en la Comunidad Autónoma, o en el municipio; en este caso, democracia participativa.
Por eso se pueden presentar varias listas o se pueden presentar militantes por su cuenta, por eso se da lugar al libre pensamiento y se hace campaña y se respeta la neutralidad de los órganos, y por eso las listas son abiertas, que es exactamente lo que desearíamos que fueran cuando votamos al Ayuntamiento o al Congreso. ¿Cuántas veces hemos lamentado tener que marcar la papeleta de un partido en bloque, cuando solo una o dos personas de ese partido te convencen, y a lo mejor quieres como concejal de tu ayuntamiento también al candidato o candidata de otra formación? Eso es darle el poder a la gente, ese sería el formato ideal que evitaría el transfuguismo y que acercaría las instituciones a la gente, y ese es el modelo electoral de Podemos, listas abiertas donde puedes votar a quien quieres, a quien conoces, a quien te da confianza, ya vaya solo o, como dicen, «mal acompañado».
Por eso nunca, jamás, a los candidatos debe darnos miedo pedir a la gente que vote a quien quiera y en el orden que quiera. Además de nuestro programa progresista, de nuestra aspiración de gobierno y nuestra limpieza presupuestaria, además de ser financiados en exclusiva por nuestra gente, nuestro punto fuerte es que nos sometemos, siempre, a la sabiduría popular. Y este es el único modo en que pueden evitarse aberraciones de mesa camilla en las que la misma militancia de una formación no puede creerse como cada cuatro años se ve obligada a votar a los mismos candidatos, que no les representan, pero que se mueven por los pasillos y despachos como tiburones en una cala llena de presas. Por eso todo el mundo se entera de que estamos de primarias antes que empiecen, no cuando ya han acabado, que es el modo normal en que filtran las noticias los partidos viejos, y por eso nuestros reglamentos son públicos y permiten que cada uno de nuestros militantes e inscritos sepa cuáles son las reglas del juego. Por eso, cuando uno de nuestros candidatos o candidatas se presentan a algo, por más historial que tengan, deben llevar tras la espalda un memento mori que les diga: «Recuerda que tu derrota es la victoria de la democracia». Por eso en Podemos, cuando entramos, nos olvidamos de la idea de que hay candidatos de primera y de segunda. Quien siga pensando eso, esconde un problema que estallará más pronto que tarde. Por eso nuestro mensaje siempre debe ser «Vota a quien te dé la gana y, si no te gusto yo, no me votes, pero vota». Hoy La Isla elige a los únicos que creen en la gente de La Isla.
