Miles de sevillanos celebran el Corpus desde el amanecer, cuando se han encaminado hacia la catedral o han buscado un lugar desde el que seguir una procesión que arranca poco después de las ocho de la mañana y transcurre por el entorno de la catedral hasta después del mediodía.
Jornada festiva en Sevilla, como es tradicional en sus fiestas grandes, los sevillanos visten sus mejores galas después de que muchos de ellos dedicaran la tarde y la noche de ayer a recorrer los numerosos altares con que se engalanan las calles próximas a la Catedral con motivo de esta celebración.
La procesión del Corpus reúne una representación de todos los estamentos de la ciudad, si bien el mayor número de participantes lo aportan las hermandades, de modo que casi cuatro mil personas participan oficialmente en el desfile, por calles en las que se ha dispuesto una alfombra de juncia y romero cuyo aroma se hace presente desde las horas de la madrugada.
La sevillana procesión del Corpus está cargada de simbolismo, al igual que la enorme custodia labrada a finales del XVI por Juan de Arfe, de algo más de 300 kilos de plata, con representaciones de la Fe, la Santísima Trinidad, la Iglesia Triunfante, el Cordero Apocalíptico, y santos muy vinculados a Sevilla, como Santa Justa y Rufina o San Clemente y San Laureano, además de una Inmaculada Concepción de finales del XVII.
Como cada año, la custodia salió en procesión precedida por ocho pasos con las imágenes de Santa Ángela de la Cruz, las Santas Justa y Rufina protegiendo la torre de la Giralda, San Isidro, San Leandro, San Fernando, la Inmaculada, el Niño Jesús y la Santa Espina.
Cuando la cabeza del desfile que integra estos nueve pasos entra, ya de regreso, en la Catedral hará muy poco tiempo que haya salido la última parte de la procesión, ya que el itinerario es relativamente corto en longitud, aunque no en tiempo, pues el recorrido completo por un solo punto, desde el principio hasta el final, dura casi dos horas.
De este modo, desde las siete y media de la mañana, cuando la Catedral abre sus puertas, hasta que el arzobispo bendiga al Santísimo en el denominado altar del jubileo transcurren algo más de cinco horas.
Toda la mañana del día queda ocupada por esta celebración de aire barroco que también incluye un breve desfile militar y el tradicional baile de los niños seises ante la Custodia.