Dos semanas después de celebrado el referéndum sobre la Feria, el gobierno local parece haberse olvidado de sus promesas de fomentar aún más la participación de los sevillanos en los asuntos públicos y ha perdido la oportunidad de profundizar en la Democracia al no aprovechar el impulso suscitado por aquella consulta popular.
Espadas quizás se ha sentido afectado por las críticas recibidas desde el PP y C’s y por medios de comunicación, tanto locales como foráneos, sobre el, en opinión de aquéllos, fracaso de participación y la supuesta imagen de frivolidad proyectada en el exterior por la naturaleza festiva del asunto sometido a la decisión de los sevillanos.
Recordemos que ejercieron su derecho al voto 40.659 personas de un censo dispar (se ha dicho que lo componían desde 588.000 votantes a 558.339), del orden en números redondos de medio millón, por lo que en función de la cifra que se tome como referencia habrían participado en torno al 7% de los mayores de 16 años empadronados en la ciudad y por tanto con derecho al sufragio en la consulta.
Para el exalcalde y portavoz del PP, Juan Ignacio Zoido, “la escasísima participación demuestra el enorme fracaso de una iniciativa a la que los sevillanos, mayoritariamente, le han dado la espalda porque no están de acuerdo con ella y porque ha sido un despropósito de principio a fin, ya que el tema elegido por Espadas no podía ser más inapropiado. Hay muchas más prioridades y necesidades para los sevillanos que la Feria, por lo que esta consulta ha contribuido a alimentar tópicos falsos y a convertir a Sevilla en el hazmerreír de todo el país”.
Espadas, por el contrario, valoraba cada dato de participación que se conocía a diario (se pudo votar desde el 19 al 23 de septiembre) como el equivalente en número de razones a favor de este tipo de referendos: “No hay ningún precedente en este país de un nivel de participación tan alto en una cuestión de tipo doméstico -declaró-, lo que demuestra que los procesos de consulta y de participación han venido para quedarse. Ha sido -concluyó- un éxito rotundo”.
El caso de Madrid
Desde el Ayuntamiento se citaba como contraste la consulta promovida por el Consistorio madrileño para decidir sobre la remodelación de la Plaza de España. El gobierno de la capital, que dirige Manuela Carmena, organizó en marzo una consulta en la que tenían derecho a voto 2,6 millones de madrileños pero en la que sólo participaron 28.249 personas. Se consideraron válidas las respuestas de 26.961, al ser calificadas de nulas las repetidas o realizadas por personas no empadronadas en Madrid.
A pesar de que sólo votó el 1,03% del censo, el Ayuntamiento calificó la consulta como “el proyecto ciudadano más amplio en la historia de Madrid”, y las respuestas de los madrileños se incorporaron a las bases del concurso internacional arquitectónico convocado para remodelar la plaza y que se fallará en 2017.
Los arquitectos participantes deberán realizar sus diseños conforme al resultado de la consulta: convertir la Plaza de España en un espacio diáfano, con acceso abierto, en la que primen los árboles y las zonas verdes con áreas de sombra, que no sea de paso sino de permanencia, con la conversión de los locales comerciales subterráneos en otros de carácter cultural, más estacionamientos subterráneos y respetando la ubicación del monumento a Cervantes.
La Diagonal
Pero ni Sevilla ni Madrid pueden arrogarse el éxito de la mayor participación ciudadana en una consulta popular en España, que fue obtenido por el Ayuntamiento de Barcelona en 2010, en un referéndum sobre tres opciones para la avenida de la Diagonal y en el que votaron 172.000 personas en números redondos (el 12,17%) de un censo de 1.414.783. El 79,8% de los participantes votó a favor de no tocar la avenida y dejarla como estaba mientras que la opción favorita del entonces alcalde, Jordi Hereu, sólo consiguió la adhesión del 11,38%. El fracaso político fue asumido por el primer teniente de alcalde, que dimitió.
El nivel de participación de Sevilla ha sido el segundo más elevado de España, ya que también ha superado al registrado en Palma de Mallorca en diciembre de 2015, donde el Ayuntamiento organizó una consulta sobre si los ciudadanos querían o no veladores en el Paseo del Borne (el equivalente a nuestra Avenida) y si en caso de estar a favor en qué parte del mismo situarlos. Podían participar los residentes en posesión de la tarjeta ciudadana y a través de la página web municipal.
De un censo de 283.000 votantes sólo participaron 15.655 (el 5,53%), de los que 11.869 se pronunciaron a favor de los veladores y 2.854 en contra (hubo 932 votos nulos).
Falta de pedagogía
Tras el tiempo transcurrido desde la consulta en Sevilla sobre la Feria puede decirse que al gobierno de Espadas le faltó haber realizado una labor de pedagogía, sobre todo de puertas afuera, quizás por su excesivo celo en permanecer neutral y que no se pudiera interpretar cualquier declaración como un apoyo a una de las opciones en juego.
El alcalde y su equipo no supieron contrarrestar las críticas al supuesto afán juerguista de los sevillanos aclarando que se daba la opción de elevar a la categoría de oficial lo que ya era normal en la calle. Dicho de otro modo, que no se trataba de ampliar la Feria por ampliarla o por mayor deseo de fiesta, sino de reconocer de derecho una ampliación que de hecho ya se había producido con el invento de la Preferia, y que el referéndum era fruto de una promesa electoral de Espadas y de un acuerdo mayoritario adoptado por el Pleno municipal.
Tampoco fue capaz el Ayuntamiento de “vender” en el exterior que la consulta versaba sobre mucho más que una feria, ya que la de Abril es además el gran negocio de la ciudad al generar un impacto de 722 millones de euros. Si en la pregunta se hubiera introducido el factor económico y nativos y forasteros hubieran colegido que el voto favorable a la ampliación oficial -que ya era real- en un día equivalía a incrementar potencialmente el volumen de negocio en 144 millones de euros, ¿no habría variado la percepción del asunto?
Si en vez de en Sevilla la Feria de Abril se celebrara en Barcelona y el Ayuntamiento de la ciudad condal hubiera presentado la consulta como la posibilidad de hacer 144 millones de euros más de caja ¿se habría calificado en el resto de España como un asunto frívolo o más bien como una muestra más del espíritu práctico y economicista de los catalanes?
Percepciones
En la web del Ayuntamiento de Madrid hay registradas casi 11.000 propuestas sobre consultas populares y hay millares que podrian calificarse como mucho más frívolas que la celebrada en Sevilla, pero nadie se flagela por ello ni osa criticarlas, al considerarlas fruto de la iniciativa ciudadana. ¿Y cómo calificar entonces la consulta popular sobre los veladores en las terrazas de Palma de Mallorca?
En San Francisco (EE UU), donde bastan poco más de 7.000 firmas para convocar una consulta ciudadana, se aprovecharon unas elecciones primarias en California para votar sobre siete asuntos de la índole más diversa, como emitir bonos para mejorar el sistema de agua antiincendios. Y ya no digamos de Suiza, donde los referendos son la regla en vez de la excepción, se trate del asunto del que se trate, aunque sea el más simple.
El hecho de que en Sevilla, una ciudad tan apática, hayan participado 40.569 personas en la primera consulta en su historia puede cålificarse de éxito, y lo extraño es que Espadas, en vez de avanzar por esta senda y tuviera preparado un nuevo anuncio al respecto (¿por qué no sobre el uso de la Gavidia, por ejemplo?) se haya frenado en seco.
Si como él mismo dice los procesos de consulta ciudadana han venido para quedarse, entonces el alcalde tiene 40.569 razones para convocar un nuevo referéndum.