Cereales de desayuno con 24,9 g de azúcar: Nutri-Score B. Coca-Cola Zero: Nutri-Score B. Aceite de oliva, producto estrella de la dieta mediterránea, reconocida patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco: NutriScore D. Así de absurdas son las clasificaciones que otorga el etiquetado nutricional frontal Nutri-Score, el sistema francés que el ministerio de Consumo español quiere implantar en España. Un etiquetado defendido por los grandes de la industria como Nestlé, McCain Foods y Danone que ya han optado por incluirlo en sus productos. Tras no haber logrado imponer su propio sistema, que les hubiera permitido determinar cuán sanos son sus productos, los líderes del sector han encontrado un nuevo aliado que clasifica positivamente sus alimentos. Para ello, basta con reformular sus productos, y no precisamente para que se vuelvan más saludables, sino para que lo aparenten.
Uno de los ejemplos más claros de cómo el algoritmo del NutriScore permite enmascarar los nutrientes negativos es el de los cereales ChocapicBio o Nesquik Cereales de Nestlé, que cuentan con una calificación B. Según el doctor en tecnología de los alimentos, Miguel Ángel Lurueña, esto es posible debido a que los “criterios que se valoran negativamente no son muy altos (sal, grasas saturadas)”, mientras que “tienen otros que puntúan en positivo (proteínas, fibra)”. De esta manera, a pesar de que los criterios positivos no compensan la cantidad de azúcar que es del 25%, si logran “engañar” al sistema.
El ejemplo de los cereales azucarados no es el único, pero sirve para ilustrar cómo los representantes del sector han dado con la tecla a la hora de adaptarse a las obligaciones de etiquetado, promoviendo el sistema que más les conviene. La técnica consiste entonces en añadir cantidades de ingredientes positivos como fibras, para así minimizar los componentes negativos. Lo que da como resultado, productos falsos saludables. Un truco que va en contra del fin principal del etiquetado que es lograr que los consumidores tomen conciencia de la importancia de elegir productos que contribuyan a establecer una dieta saludable y así alcanzar verdaderos cambios en sus hábitos alimenticios.
No sorprende entonces que sean estas empresas las que pidan con fervor que el Nutri-Score sea obligatorio. Por el momento, su aplicación es de carácter voluntario en España. Esto, hasta que la Comisión Europea llegue a una conclusión y establezca un único sistema de etiquetado armonizado entre los países comunitarios. Tal como lo ha precisado recientemente Stella Kyriakides, comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria de la UE, la Comisión “no recomienda ningún tipo específico de etiquetado nutricional en la parte frontal de los envases”. Además, ha recordado que “de momento, no se ha tomado ninguna decisión al respecto”.
Esto indica que no hay razón por la cual España deba insistir en aplicar voluntariamente un sistema que aún no se sabe si será el elegido. Pero, sobre todo, demuestra que las autoridades españolas aún tienen la posibilidad de cambiar de rumbo y considerar las alternativas al NutriScore, para así adoptar un sistema que esté en sintonía con las necesidades de los consumidores españoles. A esto apuntaron desde el Grupo Parlamentario Popular al presentar una proposición de no ley para posponer la implantación del NutriScore hasta que la UE apruebe el sistema obligatorio y estandarizado.
Asimismo, desde el PP, recordaron la necesidad de defender la elección de un sistema que “ponga en valor la alta calidad nutricional y saludable de los productos alimentarios españoles, amenazados por el sistema francés y que son básicos en la dieta mediterránea”. Como es el caso del aceite de oliva, el queso manchego, el jamón ibérico, y muchos otros productos típicos de la Marca España, que no solo son pilares fundamentales de la dieta española, sino que también hacen brillar a España en el resto del mundo.
Como lo ha explicado el PP a través de una
nota de prensa, diferentes países de la UE han desarrollado modelos de etiquetado frontal. En particular uno de ellos debería llamarles la atención a las autoridades españolas. Es el NutrinformBattery, sistema desarrollado por Italia en defensa de la dieta mediterránea. Un país que, al igual que España, comparte las tradiciones mediterráneas.
El Nutrinform considera la participación de cada producto en una dieta equilibrada. A su vez, el algoritmo contempla su aporte nutricional en relación con las necesidades diarias recomendadas por la Unión Europea. Pero lo más relevante es que el Nutrinform indica el porcentaje de calorías, grasas, azúcares y sal, por porción individual. Un punto que lo distingue del NutriScore, cuyo algoritmo se basa en un cálculo por 100 g.
A través de esta importante distinción, el Nutrinform reafirma la necesidad de establecer una dieta basada en el consumo equilibrado de todos los alimentos, en lugar de realizar un juicio de valor sobre determinados alimentos, como sí lo hace el etiquetado francés. Este último establece una valoración en términos de alimentos “buenos” y “malos”, que puede costarle caro a España y que de acuerdo al Partido Popular puede “dañar a nuestra potente industria y artesanía agroalimentaria”. Por ello, concluyen que “no es prudente, ni acertado implementar el Nutri-Score en España”.
El contraste entre quienes defienden la adopción del NutriScore en España y quienes la condenan es toda una sentencia. Por un lado, empresas como Nestlé que, por ejemplo, ya basa sus campañas de marketing en la promoción de sus productos con calificación A en NutriScore. Como es el caso de su lanzamiento reciente que no ha escapado la polémica. Se trata de Wunda, una alternativa a la leche a base de guisantes que obtiene, al igual que su versión de chocolate, una calificación A en NutriScore. Hecho que no fue bien recibido por expertos que denuncian que un producto con sabor artificial como es el caso, no debe ser reconocido como la opción más saludable.
Por el otro, desde varios sectores en España, como el de la industria cárnica, continúan alertando sobre las graves consecuencias de implantar este sistema. Entre ellos se encuentra Ignasi Pons, responsable del Área Técnica de la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (FECIC) quien ha expresado que el NutriScore “deja muchas dudas que, si las tenemos nosotros como industria, cómo lo va a entender el consumidor”. Una frase para reflexionar sobre el impacto que tendrá la adopción de un sistema confuso que no beneficiará al consumidor y que, además, perjudicará a los productos españoles.