No votó demasiado temprano aquel 3 de abril el candidato del Partido Socialista Andaluz (PSA) a la Alcaldía de Ronda. Aquel domingo de 1979, lo primero que hizo Juan Harillo fue marchar a Puerto Sauco; cuando llegó a la mesa electoral situada en el anejo, la primera que visitaba ese día de elecciones, se encontró con que no había papeletas de su partido, y paró entonces la votación hasta que se resolvió el asunto. Mesa por mesa, “porque entonces todavía ocurrían cosas extrañas”, Harillo y algunos de sus compañeros andalucistas pasaron la mañana “comprobando que todo estaba bien”. Y “había colas y colas de gente para votar”, y eso que de los 22.105 electores posibles, acudieron a las urnas 12.560, absteniéndose más de 9.500. La UCD de Adolfo Suárez, con Bartolomé Calderón en Ronda, consiguió la mayoría de los sufragios, 4.396 en total, el 35,49 por ciento de los votos emitidos; se hizo con 8 concejales. No pudo gobernar, sin embargo, por el acuerdo de izquierdas firmado en Andalucía por el PSOE, el Partido Comunista y el Partido Socialista de Andalucía para impedir los gobiernos de UCD. Como ocurrió en Sevilla con Luis Uruñuela o en Jerez con Pedro Pacheco, en Ronda gobernó aquel primigenio PA, con Harillo como alcalde. Tras la UCD, el suyo fue el partido más votado, con 3.451 sufragios y seis concejales; el pacto incluía los cinco ediles del PSOE y los dos conseguidos por los comunistas. A aquellas elecciones concurrió curiosamente un partido rondeño independiente, encabezado por José González, quien fue alcalde durante la dictadura, a quien acompañaban Jesús Vázquez, Andrés Castro o el maestro Antonio Ordóñez; apenas obtuvieron 586 votos, que no les permitió siquiera tener un concejal.
Aquella corporación se acabaría constituyendo días después, el 19 de abril. Pero el Gobierno se rompió al año siguiente, tras salir los socialistas del mismo e integrarse la UCD: “Hubo concordia durante tres años”, rememora Juan Harillo, quien ha hablado con RONDA SEMANAL de aquellas elecciones de las que este jueves pasado se han cumplido 35 años. “Es falso que estemos ahora peor que estábamos entonces”, defiende el ex alcalde, que puntualiza: “Entonces había mucho más optimismo. El país estaba ilusionado; y aunque los había asustados, la gente anhelaba la libertad, la autonomía. Ahora el pesimismo es terrible”.
La democracia, en efecto, “no fue una varita mágica, porque pese a ganar en derechos, la Constitución no puede hacer milagros”. En todo este camino, el ex alcalde tiene claro los errores: “Pusimos el carro delante de los bueyes; nos creímos capitanes generales sin haber sido soldados rasos. Un presidente dijo en este país que íbamos a adelantar a Francia o Alemania, cuando estábamos sobre la burbuja inmobiliaria. Mucho no podíamos durar como estábamos”, defiende el ex alcalde.
Y Harillo subraya cómo han cambiado también las cosas en política: “Aquellas personas que concurrimos a esas elecciones nunca habíamos dependido de la política y sabíamos que no íbamos a depender de ella. Teníamos nuestras profesiones, y estar en el Ayuntamiento nos llegó a costar dinero”. Y el ex alcalde advierte cierta obsesión con el dinero público: “Me costó problemas internos mirar por el dinero de todos. Había capacidad en cada delegación para hacer y deshacer, pero de la Hacienda se ocupaba el alcalde y autorizaba o no las acciones”. Subraya cómo “tras los años que hemos pasado, muchos responsables de ayuntamientos, autonomías e incluso del Gobierno aún hoy siguen sin tener conciencia de que el dinero de los españoles es de todos los ciudadanos”.
¿Qué proyectos recuerda? Harillo subraya la reanudación y conclusión de la carretera a San Pedro que hoy todos conocemos: “Si esta tiene curvas, las de antes sí que eran insufribles”. Las en torno a 500 viviendas que se crearon en Ronda, casi 400 de promoción oficial, en La Dehesa, y otras muchas creadas en régimen cooperativista. Se crearon los edificios que deberían albergar los ayuntamientos independientes de Moncorto y Serrato, que aún hoy continúan en esa lucha. En el Llano de la Cruz, se sustituyó la vieja acequia que aún databa de la época árabe por una de hormigón: “Regábamos más tierras con mucha menos agua”.
En esa pedanía, Harillo prohibió una fiesta por la que eran sacrificados a pedradas conejos y gallos: “Los ataban a unos palos, y lo prohibí. Vino un equipo de Televisión Española el día de la fiesta, y tuvimos que ir allí con dos policías para evitarla. Cuando llegamos ya estaban preparados los animales, a los que liberamos. El año siguiente contratamos una orquesta. ¡Y vino a visitarme la presidenta de las asociaciones de defensa animal de Estados Unidos, a pedirme que prohibiera los toros!”, recuerda.
“Por las películas americanas conocíamos la democracia”, prosigue el ex alcalde, al rememorar “la efervescencia pública generalizada por saber qué era la democracia”. Al morir Suárez estos días, el ex alcalde recuerda que “en Ronda la transición comenzó mucho antes. Porque en cada pueblo o ciudad había gente preparando ese cambio; en el 66 hicimos un homenaje a Giner de los Ríos; traímos a Carlos Cano a Ronda y preparamos otro acto sobre Machado. Celebramos hasta reuniones clandestinas en el patronato militar. Y fue ese día de abril del año 79 cuando finalizó la primera transición en Ronda. Desde entonces, lo que teníamos era mucha ilusión”, termina.