Gema Rodríguez se jubiló hace cinco años en el Servicio Andaluz de Salud (SAS). Hematóloga, ha ejercido en la actividad privada desde entonces y hasta el inicio de la pandemia, pero ahora vuelve a estar a disposición del sistema público. “Los médicos somos como policías, periodistas o jueces”, responde a la pregunta de por qué vuelve a la trinchera para desempeñar labores de rastreo en plena pandemia. “Es vocación”, afirma. Pero también le ha movido una cuestión de solidaridad y compromiso cívico: “Había que echar una mano a los compañeros de Atención Primaria. Están saturados”.
Con este objetivo, liberar efectivos en plantilla de esas tareas, el SAS y los colegios profesionales de médicos, farmacéuticos y veterinarios firmaron un convenio a finales de octubre que estableció un marco de colaboración para que el personal retirado pueda realizar de manera voluntaria las labores de seguimiento de sospechosos, positivos y sus contactos estrechos mediante llamadas telefónicas de control para asegurarse de que cumplen el aislamiento y las recomendaciones sanitarias, bajo el control de los responsables que establecen los protocolos.
La doctora Rodríguez forma parte de uno de los más nutridos y ya en activo grupos constituidos a nivel provincial, en Málaga, con una veintena de profesionales adscritos a centros de salud. Recibieron formación exprés, presencial y online, por parte del SAS, y todo el material necesario para cumplir con su trabajo “desde casa, porque, por la edad, somos grupo de riesgo”, explica.
“No me he encontrado con una sola mala contestación. Todo lo contrario. Hay mucha colaboración y mucho agradecimiento… ”, asegura. “Es muy importante escuchar a quienes pueden sufrir la enfermedad o quienes la tienen”, remarca. La situación es dura. Los afectados contestan con amabilidad, pero “también hay miedo”. “No me he enfrentado a nada más complicado en mi carrera”, admite, pese a que como hematóloga lidió en el laboratorio con la otra pandemia, el sida. “Pero aquello no paralizó el mundo, ni cerró fronteras”.
Tampoco causó tantos muertos en tan poco tiempo. “El Covid-19 es un virus caprichoso. Al principio no sabíamos nada, hubo contradicciones sobre el uso de la mascarilla… Hasta que llegue la vacuna, hay que mantener la cautela”, recomienda.