Los combates entre las fuerzas de la junta militar golpista de birmana y grupos armados rebeldes continúan este lunes en zonas del noroeste del país donde varias poblaciones han sido devastadas y las autoridades han cortado la señal de internet.
Este lunes se produjo en la localidad de Thatlangm en el Estado Chin, un duro enfrentamiento entre los militares y la Fuerza de Defensa Chinland, una de las milicias civiles que han surgido en el país para resistir contra el Ejército, que tomó el poder por un golpe de Estado el pasado 1 de febrero, según indicó la agencia de noticias Chindwin.
La población de Thantlang, escenario de esos combates, ha quedado devastada en las últimas semanas por los bombardeos y ha forzado a la mayoría de sus 8.000 habitantes a abandonar sus hogares, en muchos casos para cruzar la cercana frontera con India.
El otro punto caliente de los enfrentamientos en las últimas semanas es la provincia de Sagaing, también en el noroeste, donde según Khit Thit Media, el Ejército ha tomado los pueblos de Monyway y Kyemon y ha disparado contra la población civil, con un muerto confirmado.
Según el portal de noticias DVB, en esta región se produjeron también durante el fin de semana bombardeos aéreos del Ejército en la localidad de Penlebu, donde fue interrumpida la señal de internet.
El corte de internet en al menos 23 localidades conflictivas en los últimos días dificulta el flujo de información y se añade a las dificultades provocadas por la persecución de la prensa independiente, que desde el golpe de Estado ha tenido que pasar a la clandestinidad, a menudo operando desde otros países.
El corte selectivo de internet, sobre todo por las noches, fue una de las primeras medidas tomadas por la junta militar tras el golpe de Estado, que justifica por un presunto fraude masivo durante las elecciones generales del pasado noviembre, en las que el partido de la líder depuesta Aung San Suu Kyi arrasó, como ya hizo en 2015.
El rechazo al golpe de los militares se ha puesto de manifiesto con protestas a lo largo del país y un movimiento de desobediencia civil que ha conseguido parar a parte de la Administración y del sector privado.
Al menos 1.125 personas han muerto a raíz de la brutal represión ejercida por policías y soldados desde el golpe, que han disparado a matar contra manifestantes pacíficos, mientras se mantiene detenidos a casi 6.803 opositores, según los últimos datos de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.
El golpe también ha recrudecido el conflicto armado en el país con el nacimiento de nuevos grupos de defensa contra la junta militar, muchos de ellos bajo el paraguas de un Gobierno democrático alternativo formado por antiguos parlamentarios y activistas.