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Tensión crece en Bengasi tras orden de arresto de señor de la guerra

El nombre de Al Warfali, comandante de la milicia de elite "Al Saiqa", se hizo tristemente conocido en 2017

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  • Libia -

La tensión bélica se ha disparado esta noche en la ciudad de Bengazi después de que el mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del este de Libia, haya ordenado el arresto del señor de la guerra y antiguo aliado suyo Mahmoud al Warfalli, al que se acusa de crímenes de guerra.

El nombre de Al Warfali, comandante de la milicia de elite "Al Saiqa", se hizo tristemente conocido en 2017 después de que saliera a la luz un vídeo en el que él mismo ejecutaba, con un escuadrón, a un grupo de supuestos miembros de la rama libia de la organización Estado Islámico.

Presionado por la comunidad internacional, Hafter ordenó meses atrás su ingreso en la prisión militar de Rajma, en el este de Libia, de la que se escapó de forma espectacular hace apenas unas semanas.

"Se ha ordenado su detención por quebrar la ley y poner en peligro la vida de los ciudadanos. Escapó de la prisión cuando se le investigaba por haber violado presuntamente el código militar", explicó la televisión Al Hadath, controlada por la familia de Hafter.

El anuncio ha desatado enfrentamientos en los alrededores del aeropuerto de Bengasi, capital del este de Libia, donde se han comenzado a reunir tropas fieles a Al Warfali, uno de los señores de la guerra más poderosos del este libio.

Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la comunidad internacional contribuyera a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi, derrocado tras 42 años en el poder.

En la actualidad tiene tres grandes focos de poder, todos ellos carentes de legitimidad democrática: un gobierno sostenido por la ONU en Libia, otro bajo la tutela de Hafter en Tobruk (este) y el que forman las ciudades estado de Misrata y Zintan, además de Sebha, capital del sur.

A ello se suman decenas de milicias, grupos yihadistas diversos y distintas mafias dedicadas al contrabando de personas, combustible y armas, principalmente, que son las que dominan la frágil economía del país.

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