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¡Qué cosas!

Génova y Rosengard

Se van de la casa cómo quién huye de un hogar habitado por fantasmas, como si los monstruos estuvieran en el continente y no en el contenido

Publicado: 17/02/2021 ·
19:43
· Actualizado: 23/02/2021 · 09:29
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  • Génova. -
Autor

Juan Diego Morales Arroyo

Juan Diego Morales Arroyo es periodista y ocupa el cargo de director de contenidos de viva Málaga

¡Qué cosas!

En el blog 'Qué cosas' se hace un análisis de lo que ocurre, lo cotidiano más increíble. El porqué si eso, otro día

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  • Pero no son conscientes de que cuando más queremos alejarnos del pasado, más testarudo es este en colgarse a nuestra cola

Se van de Génova, pero no cuan arriesgados navegantes en busca de nuevos mundos, más bien es una huida más hacia delante en ese actual viaje hacia ninguna parte en que parece empeñado el Partido Popular haciendo camino plagado de “no sé”, “esa no soy yo”, “es el pasado”… Vaya, que solo les falta para justificarse aquello de “eso me lo lleva Aznar”…

Yo recuerdo aquello que atribuyen a Ibrahimovic y su hogar en el conflictivo Rosengard: “Puedes sacar a un chico del barrio, pero no puedes sacar el barrio del chico”

Se van de la casa cómo quién huye de un hogar habitado por fantasmas, como si los monstruos estuvieran en el continente y no en el contenido, en el hogar y no en los espíritus, en lo accesorio, pero no en la esencia.

Pero no son conscientes de que cuando más queremos alejarnos del pasado, más testarudo es este en colgarse a nuestra cola, que por mucho que corramos, nunca nos libramos de nuestra sombra, que está ahí siempre, que puedes romper el espejo, pero te irán reflejando los escaparates, que por mucho que limpias la mierda de perro que has pisado con el zapato, siempre queda la sensación de que la suela está manchada para siempre.

¿Qué va ser ahora de aquellos versos seculares de aquel ‘Poderoso caballero es Don Dinero’ de Francisco de Quevedo que parecían hechos tan a su uso?: “Viene a morir en España/Y es en Génova enterrado” o también, “Pues al natural destierra/y hace rico al forastero”.

Cuando lo que hace falta es lo contrario de huir, que es enfrentarse y cambiar, limpiar y mejorar,  porque no se navega mejor cambiando de barco si el capitán sigue sin ser diestro, si la tripulación anda cada uno a lo suyo, si los remeros están hasta las narices de hacer bogar la nave a latigazos, si las velas están lastradas del mismo plomo, y si se sigue mirando al mar como una posesión y no se concibe que es él el que nos tiene, nos trae y nos lleva. Si el horizonte se contempla más como una recompensa que como una meta colectiva.

Lo mismo en el futuro, los que ahora abandonan, al pasar por allí de nuevo algún día, novidos por la casualidad (quizás por la nostalgia, que los partidos conservadores suelen ser muy nostálgicos), recitan aquello de "Génova. Los laureles de mi adolescencia. Vuelvo a encontrarme con Italia, y me pregunto cómo he dejado pasar tantos años sin verla", que escribió el controvertido y contestado Mircea Eliade.

Olvidan también lo que dijo un genovés ilustre, Iuseppe Mazzini, filósofo, político y periodista: "El verdadero instrumento del progreso radica en el factor moral". 

Por lo demás, he leído que puede esta Génova repudiada albergar en el futuro hasta 60 viviendas, y no sé yo si pagaría por estar en unas estancias donde tanto fantasma puede aparecer, donde se puede ver correr por los pasillos la sombra de algunos malignos, donde será imposible limpiar todo cuanto hay debajo de las alfombras. 

Dicen que se van de Génova, y quieren que sea un símbolo, pero yo recuerdo aquello que atribuyen a Ibrahimovic y su hogar en el conflictivo Rosengard: “Puedes sacar a un chico del barrio, pero no puedes sacar el barrio del chico”.

 

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