"Ha sido
un bombazo, una explosión de luz, que ha impactado y alarmado a la vecindad más próxima a la Academia”. Así, literalmente se recoge en la
denuncia que la asociación vecinal
Almar ha presentado al alcalde de Málaga, a las áreas de Medio Ambiente y Salud Pública y de Deportes del consistorio de la capital, y que se ha hecho llegar a los grupos políticos de la corporación.
Un impacto que han sentido, como señaló Eduardo Castillejo, secretario de Almar, a Viva Málaga, en la calle
Doña Clarines al encender
los focos en modo de prueba al menos en dos ocasiones. También apuntan a los
efectos nocivos de esta contaminación lumínica en otras vías como Martín Fierro, Guadalquivir, Ámbar, Rogelio Oliva…
En el escrito, consultado por Viva Málaga, se señala que ya, en las
alegaciones ambientales efectuadas por esta Asociación hace unos meses en plazo y forma y aun no resueltas, se adelantaba que una de las
consecuencias de la puesta en marcha de la Academia era “la contaminación lumínica”.
Así, ahora aseguran que en días pasados, en dos ocasiones, se han encendido las
torres de iluminación y los focos situados encima de las gradas, lo que ha supuesto “un bombazo, una explosión de luz, que ha impactado y alarmado a la vecindad más próxima a la Academia y ha provocado
quejas más que justificadas dada la intensidad y la intrusión en los domicilios”.
Aseguran que “es tal la intrusión lumínica en los domicilios que hacen
imposible vivir en esas condiciones, y
dificultan la deambulación y conducción al cegar la vista, que dada la intensidad de la luz
deslumbra al acceder a calle Doña Clarines con
riesgo de atropello o de provocar un accidente, más aún si se tienen problemas de visión como cataratas o similar padecimiento”.
Los vecinos recuerdan que la actual normativa sobre el uso de iluminación “impone
limitaciones al uso y consecuencias de la excesiva luminosidad, en cuanto a la
intrusión lumínica en el ámbito privado de las personas, que provoca molestias importantes tales como
fatiga visual, ansiedad y alteración del sueño, alterando la vida privada de las personas”.
Y ponen sobre la mesa argumentos extraídos de la
Ley GICA en materia de contaminación lumínica que establece las medidas necesarias para: “prevenir, minimizar y corregir los efectos de la dispersión de luz artificial hacia el cielo nocturno”;
preservar las condiciones naturales de oscuridad en beneficio de los ecosistemas nocturnos en general; promover el uso eficiente del alumbrado, sin perjuicio de la seguridad de las personas usuarias; r
educir la intrusión lumínica en zonas distintas a las que se pretende iluminar, principalmente, en entornos naturales e interior de edificios residenciales; salvaguardar la calidad del cielo y facilitar la visión del mismo, con carácter general, y, en especial, en el entorno de los observatorios astronómicos”. Poniendo en valor, en el caso de los vecinos ahora afectados, los argumentos segundo y cuarto.
Además, también dan otras razones de tipo ambiental ya que “la norma pretende que
la incidencia en la naturaleza sea la mínima o no exista” en especial en “
espacios de interés natural y áreas de protección especial (como zonas de protección de aves, red natura…)”, así, recuerdan que “estamos a
menos de un kilómetro del paraje de la desembocadura del Guadalhorce, uno de los hitos que
usan muchas aves en su migración para descansar y alimentarse, además de las que son residentes que se desplazan en busca de alimentos”, ante lo cual, la “explosión luminosa” que supone el encendido de las iluminarias de la Academia del Málaga, “al ser en horas nocturnas suponen un grave
riesgo de confusión para estas aves, y para las nocturnas que suelen vivir o pasar como los autillos, cárabos y lechuzas y otras especies, así como los animales que habitan en el espacio restante de Arraijanal”.
Por todo ello, aseguran que “
no se debe otorgar la calificación ambiental a la Academia de futbol del Málaga hasta que no se resuelvan los problemas de contaminación lumínica, intrusión muy importante para las personas en su vida privada”; también, “que se ha de tener en cuenta para el flujo de luminosidad la
proximidad del Paraje Natural de la Desembocadura del rio Guadalhorce como área de especial protección y para la vida nocturna y espacio de interés natural”, que “la intensidad lumínica
no puede suponer una degradación para las condiciones de vida de las personas y fauna”, y, por último, “que los focos y torres de iluminación
sólo pueden y tienen que iluminar la zona para la que se instalan, por el tiempo mínimo e imprescindible de la actividad”.