122 fallecimientos por suicidio en Málaga en el año 2019. 122 personas que ya no están y han dejado un vacío en sus familias y amigos, al que es imposible ponerle adjetivos. En Andalucía la cifra fue de
640 muertes (1 cada 14 horas), la más alta de toda España, algo muy ligado a la gran cantidad de población que tiene. Por cada 100.000 habitantes, la tasa andaluza es de 7’54, ocupa la décima posición a nivel nacional, aunque se sitúa por encima de la media española (7’48). Asturias encabeza la
lista negra con una tasa de 10’71 y la cifra Melilla (1’34), según datos de la Fundación España de Prevención del Suicidio.
Cifras, historias, que dejan la
sangre helada e invisibilizadas durante décadas, para evitar lo que llamaban el “efecto llamada”. Pero con o sin efecto llamada los casos no paran de aumentar y la
pandemia ha agravado esta problemática, que es la
primera causa de muerte no natural.
Entre 11 y 12 personas se suicidan en España cada día,
en solo 24 horas 11 o 12 vidas menos. Se estima que en Andalucía cada año se producen entre
700 y 800 fallecimientos por suicido. Tan solo en las urgencias del Hospital Regional de la capital malagueña se
atiende diariamente a 4 o 5 personas por tentativa de suicidio o idea autolítica (presencia persistente de pensamientos o ideas encaminadas a cometer suicidio), alerta el director de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Regional (UGCSM), Antonio Bordallo. Para estos pacientes, para que no consumen el suicidio, se pone en marcha en el centro el programa pionero ‘Código suicidio’.
El gran problema es que, prácticamente, la “mitad” de las personas que van a urgencias por esta causa, “no acuden luego a las citas en Salud Mental”, explica Bordallo, añadiendo que “tenemos una bolsa de población muy grande, con factor de riesgo para desarrollar un suicidio, donde
no estábamos actuando”. Ahí entra en acción este nuevo programa, que
refuerza otros ya en funcionamiento y el trabajo de los profesionales.
‘Código suicidio’
Básicamente es una labor clínica y asistencial. Se lleva un
registro de los pacientes diagnosticados, se da
información en un tríptico de fácil comprensión y se hace un
seguimiento.
Tal y como cuenta Juan Antonio García, coordinador de cuidados de UGCSM, se formará a sanitarios para
detectar riesgo suicida en cualquier persona que acuda a las urgencias. Tras detectar al paciente, se deriva al equipo de Psiquiatría para que realicen un
cribado del nivel del riesgo suicida y se registra en
agenda de teleconsulta.
Al alta, el paciente recibe un
tríptico informativo con recomendaciones tanto para él como para sus familiares, con recursos a los que recurrir, cuidados, un plan de seguridad y nociones del seguimiento para la recuperación. Un paso que puede parecer “sin importancia”, pero que es vital, ya que las urgencias “no es el mejor momento para que el paciente y la familia se queden con toda la información que le da el psiquiatra”, señala García.
Además, el equipo de enfermería de salud mental garantizará un acompañamiento de estos pacientes mediante
consulta telefónica y la gestión de una cita presencial en los equipos comunitarios. “La enfermera
contactará por teléfono con la persona entre las primeras 24 y 72 horas con dos objetivos: ver el estado del paciente para valorar si está realizando el plan de seguridad y asegurarse de que acuda a la cita preferente en su Unidad de Salud Mental Comunitaria”, finaliza.