Jerez ha despedido esta pasada madrugada una larga semana de fiesta en la que se han alternado las luces y las sombras, aunque en el balance final pesen más las primeras que las segundas. La Feria del Caballo -este año dedicada a Jabugo- se ha caracterizado por el buen ambiente y la ausencia de sucesos de especial relieve, más allá de los previsibles en una concentración diaria de miles de personas en la que está presente el consumo de alcohol.
La meteorología es un factor que condiciona el desarrollo de una cita de estas características y este año el viento ha tenido un protagonismo destacado. En el primer tramo de la semana sopló el levante y en el último lo ha hecho el poniente. Hasta el miércoles se registraron temperaturas muy elevadas en las horas centrales del día, lo que propició que el ambiente se concentrara en el interior de las casetas prácticamente hasta la puesta del sol.
Aunque todavía no se han cerrado las cuentas, la sensación general es que los caseteros han incrementado o al menos igualado las ventas del año pasado, en línea con la recuperación que está viviendo el sector de la hostelería y el mayor dinamismo que se viene observando en la actividad económica. Los almuerzos concertados se han convertido de un tiempo a esta parte en tablas de salvación de muchas casetas, sobre todo en jornadas multitudinarias como la del miércoles, con masiva afluencia al Real de grupos de mujeres llegados de los más diversos puntos de Andalucía y Extremadura.
Los hoteles también han registrado unos elevados niveles de ocupación durante la semana de Feria, sumando estos resultados a los ya cosechados durante las jornadas que precedieron a la celebración del Gran Premio de España de Motociclismo. El hecho de que ambos eventos no se hayan solapado este año ha permitido incrementar el nivel de negocio.
Sí se pisó el inicio de la Feria del Caballo con la clausura de la sevillana Feria de Abril y esta circunstancia sí dificultó el montaje de numerosas casetas que son gestionadas por empresarios que trabajan ambas fiestas. Pero sin duda esa coincidencia pudo percibirse con mayor nitidez en la zona de los cacharritos, donde quedaron algunas parcelas libres y se echó en falta la presencia de la noria, una de las atracciones que se antojan imprescindibles en cualquier feria que se precie.
El paseo por esa calle del infierno fue bastante más placentero entre las tres y las siete de la tarde del lunes, una franja horaria en la que se prescindió de la música para facilitar el disfrute de las personas que padecen problemas de autismo. Sería deseable que la experiencia se repitiera en años sucesivos y que incluso se extendiera a otras jornadas.
Los cacharritos ofrecieron sensibles descuentos el martes y volverán a hacerlo hoy domingo a pesar de que la Feria haya finalizado oficialmente esta pasada madrugada.
En materia de seguridad, este año se ha incorporado un servicio de acompañamiento nocturno a las mujeres a la salida del parque González Hontoria con el objetivo de evitar situaciones indeseables. Hasta la madrugada del jueves habían sido 138 las mujeres en requerir este servicio gratuito, prácticamente de todas las edades. También los taxistas se han comprometido a esperar a que las mujeres accedan a los portales de sus domicilios antes de iniciar un nuevo servicio e incluso los autobuses urbanos han incrementado el número de paradas intermedias para acercarlas a esos portales en la medida de lo posible.
El paseo de caballos ha estrenado este viernes el día del jinete con el objetivo de ganar prestancia. Ese mismo día se vivió un momento especialmente brillante al paso del Escuadrón de la Guardia Civil, que había recibido el Caballo de Oro en el antiguo depósito de Sementales. Hay que seguir trabajando para recuperar la esencia del paseo de caballos, de unos años a esta parte dominado en buena medida por los enganches de alquiler.
Como también se antoja ya necesario abordar una actuación integral en el firme del parque González Hontoria que vaya más allá de la reposición puntual del albero en los paseos principales. Después de muchos años, es evidente que ese firme no presenta el estado que sería deseable ni para los enganches ni para los propios viandantes.
Año tras año se habla también de la música que suena en las casetas, pero más allá de estilos -se antoja complicado poner puertas al campo-, sí parece imprescindible controlar al menos el nivel de decibelios de los equipos reproductores de sonido porque el ruido tanto en el interior como en los alrededores de las propias casetas llega a ser insoportable.
Apagado definitivamente el alumbrado es hora de hacer balances y sobre todo de abordar la adaptación a la realidad de las ordenanzas que regulan la Feria. Claro que para eso habrá que esperar a que se constituya la nueva Corporación municipal.