“Cuando llegué a Estados Unidos me dijeron que en España no había competiciones de caballos sino toros y toreros y me pusieron el apelativo de Matador”. Matador Antonio Gallardo, uno de los jockeys más afamados, si no el que más, en Estadios Unidos, nació hace 30 años en Jerez “en Zafer” y a los 8 ya estaba liado con los caballos porque “mi abuelo trabajaba y trabaja en la cuadra de la Yeguada Militar e iba allí y fui a las carreras de caballos de Sanlúcar y estuve en Pineda y monté en Dos Hermanas, en Madrid, en Mijas, en Orense, en Francia o en Inglaterra”.
A los 8 años Gallardo estaba alrededor de los caballos, su ilusión, y a los 15 ya estaba galopando en una finca de Benalup y siete u ocho meses estaba compitiendo en Mijas-Costa del Sol. De ahí a Madrid y a Inglaterra para comenzar una andadura triunfal que no estuvo nunca exenta de obstáculos, ya que “no me gustó. Aquello era frío. Fría la gente y frío el termómetro. Pensé que por mucho dinero que pudiese ganar me tenía que venir y me vine a los pocos meses. No lo aguantaba”.
Pero no se descabalgó, sino que se fue a Zarzuela donde se encontró con su “padre deportivo” José Luis Martínez, el jockey que a sus 46 años sigue en activo y al que “le consulto todo. Ya me lo había encontrado antes en Málaga”. Él le dijo que emprendiese la aventura americana pero “yo aquello lo veía como imposible, sobre todo después de la mala experiencia que tuve en Inglaterra”. Ocurrió que Jenniffer, la propietaria de la cuadra aquí en España tenía caballos americanos y también le animó y le dijo que “me fuese por tres meses, lo que duraba el visado, pero la verdad es que no me apetecía mucho porque el frío me siente muy mal como buen andaluz que soy, pero un día apareció y me dijo ahí tienes un regalo y era el billete de avión, le comenté que no me iba y me respondió que o me iba o estaba fuera de la cuadra”.
Pero en la vida de los triunfadores muchas veces todo no es tan bonito como parece. Y las dificultades siguieron el camino de Gallardo ya que en Estados Unidos “un amigo de Jeniffer me alquiló una casa con tres habitaciones. Ya había allí dos personas y solo había dos camas, por lo que tuve que dormir en el suelo. No había ni muebles y a nivel deportivo nadie me daba la opción de competir por lo que llamé a Jorge González, al que considero parte de la familia, y le comenté que no aguantaba más, que me quería venir. Entonces me dijo que iban a ir a recogerme. Yo entendía que era para ir al aeropuerto. Se presentó Víctor Centeno a las 6.30 de la mañana pero ví que no íbamos hacia el aeropuerto y le dije, por favor, que quería volver pero él me insistió y me llevó a su casa. Su mujer Susana y él me trataron extraordinariamente bien. Me dieron alojamiento y comida. Yo no tenía dinero y pagaba con mi trabajo con sus dos o tres caballos. Me buscó un abogado para conseguir mi visado de trabajo, pero pasé unos meses malos, sin oportunidades”. Pero siempre hay alguien que se cruza en el camino y ese fue “un caw boy que entrenaba allí sus caballos, me vio montar los caballos sin montura y me montó en uno de sus caballos y comencé a competir, aunque tardé mucho en ganar una carrera, al menos cinco meses, y luego gané 31 en el primer año o 41 en el segundo. Parecen muchas en España porque aquí solo se corre una o dos veces a la semana, pero allí el día que menos carreras hay son diez o doce. Hice algún cambio, me fui con otro agente pero no arrancaba en Miami donde estaba y donde aprendió mucho. Al cuarto agente cambiaron las cosas, me fui a Tampa, Florida, donde actualmente resido,y quedé sexto en las estadísticas, volví a Miami y gané 101 carreras y11 grandes premios”.
Y ahí tomó otra decisión “dolorosa pero necesaria”. Me llamó Mike Morán, con jockeys que estaban siempre entre los primeros. Tuve que dejar a mi agente y me fui con Mike Morán con el que exploté. Rompí récord en Miami donde gané cuatro de seis grandes premios en un día. Gané el título en Tampa, en Pensilvania, rompí otro récord en Tampa, otra vez en Pensilvania y comenzaron ya a salirme las cosas bien y hasta ahora”.
Casado con una americana, su hija se bautizó en Jerez. El año pasado hizo 1.562 carreras que “es una bestialidad” y que necesita de una preparación física y mental “impresionante” ya que la vida del jockey “no es fácil. Estoy en los 53 o 54 kilos y prácticamente vivo sin comer. Solo como una vez al día, me levanto, entreno, voy a entrenar caballos, llego a casa, sin desayunar, descanso media hora y me meto en la sauna para perder 3 kilos de agua y luego no beber porque los recupero enseguida y llegas a casa cansado. Es muy agotador”.
Y es que ha llegado a correr “doce o catorce carreras al día. También es duro con la familia. Llegas y los niños quieren jugar contigo o estás en casa seis meses y seis meses fuera, en Nueva York, en Nueva Jersey, en Pensilvania, en cualquier sitio. El año pasado estuve solo dos meses y medio en casa y ya le dije a mi agente que eso no podía ser y ahora estaré seis meses en Tampa y seis meses fuera”.
A Jerez hacía tres años y medio que no venía y dice que “vine fundamentalmente a ver la familia. Están todos bien afortunadamente y eso es lo importante. También estos días me he estado moviendo. He visitado El Alcázar por dentro, que no había visto nunca, visité a los compañeros de la Real Escuela, algo que hago cada vez que vengo porque me tratan genial, he estado en el Circuito y también en el zoológico. Intento pasármelo lo mejor posible”.
Y es que este hombre que es aclamado, que es buscado en los hipódromos para que firme autógrafos, que es una figura de primerísimo nivel en el mundo del caballo en Estados Unidos cree que “en Jerez antes había más afición al caballo que ahora, aunque se le diga la Ciudad del Caballo” y en un tiempo más o menos próximo no descarta venir a la ciudad que le vio nacer, aunque de momento “mi vida está en Estados Unidos. No sé qué pasará cuando decida retirarme, porque es algo que tampoco sé cuando va a suceder. Si a los 40 años veo que mi economía está bien y me puedo bajar, pues lo dejo porque una caída con más edad podría ser más complicada para la recuperación. O a lo mejor a los 40 veo que sigo con fuerzas y quiero estar dos o tres años más. Es algo que ahora mismo no puedo aventurar. A lo mejor me veis por aquí. Compro una finquita y me quedo en Jerez, pero es algo que el tiempo y las circunstancias dictaminarán”.
En ocho años en Estados Unidos ha corrido más de seis mil carreras, está entre los tres jinetes que más montan, lo que es un auténtico lujo, el año pasado fue quinto en el Premio Pegaso valorado en 12 millones de dólares, pero ese mismo día ganó un gran premio dotado con 400 mil dólares. Dice que sus éxitos deportivos van encaminados también al éxito económico en lo que él llama “mi pequeño negocio” porque allí “es muy distinto a lo que ocurre aquí. No estamos sujetos a ninguna cuadra, vamos por libre. Mi agente, que se lleva lógicamente un porcentaje de mis ganancias, llama y dice Antonio quiere montar ese caballo y el propietario da el visto bueno. Es un mundo totalmente distinto al que hay en España”.
Buen conversador, estuvo el viernes en Ondaluz Jerez, en Sportlandia, se entusiasma cuando habla de su carrera llena de dificultades y de éxitos, sueña con esa finquita en Jerez para cuando se retire, aunque de momento se encuentra muy cómodo bajo el cielo de un país que le ha acogido y que tiene en Matador Gallardo a una de sus figuras, dentro de un mundo de dinero y glamour propio de la sociedad norteamericana .
Jerez
'Matador' Gallardo, un ilustre jerezano en Estados Unidos
Considerado uno de los mejores jockeys del mundo en ocho años ha estado en más de seis mil carreras y solo en 2016 corrió 1.562 pruebas
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