La pachanga de final de temporada terminó con la intrascendente victoria de un Xerez que doce años después se despide del fútbol profesional. Los juveniles, la a ovación de despedida a Jesús Mendoza y algunas intervenciones de Toni fue lo único destacable.
C uánto tiempo ha tardado Carlos Ríos en tirar de la cantera, pero en tirar de verdad, no de relleno como ha ocurrido en esta segunda vuelta. A lo peor se hubiesen perdido los mismos partidos, pero al menos se hubiesen perdido con dignidad. ¿Es que Alfonso Carpio- de casta le viene, de su abuelo Luis y de sus tíos Paquito y Luis- no hubiese dado más dinamismo a un mediocampo que ha estado roto todo el año? ¿Es que Javi Forján no ha demostrado más verticalidad que algunos de los delanteros que han jugado? ¿No es verdad que Franco Amoroso disparó sobre puerta en diecinueve minutos más veces que lo ha hecho Ogbeche en los encuentros que ha disputado? ¿Es que Marcelo ha desmerecido con respecto a lo que ahí ha podido hacer Redondo que ha sido, por cierto, de lo poco salvable en la temporada? Los niños enseñaron ayer, sin tapujos, cuál es el camino que debe seguir el Xerez a partir de ahora. Yo diría que el camino que tenía que haber cogido cuando desde arriba y desde el banquillo se dieron cuenta que los que tienen contrato profesional se arrastraban, salvo las excepciones que confirman la regla, tanto en Chapín como por esos campos de España.
La actuación de los chavales fue lo mejor de la pachanguita, porque ni siquiera llegó a categoría de encuentro amistoso, con que este Xerez de Segunda B se despidió del fútbol profesional. Los chavales y don Jesús Mendoza. Jugó su partido 459 vistiendo la camiseta del Xerez y la ovación con que le despidieron al finalizar el choque fue clamorosa. Incluso, Carlos, se hubiese merecido que te hubieses guardado un recambio para que se fuese del campo un minuto antes del final. Pero no hizo falta. La afición sabe perfectamente quién es quién, quién siente los colores, quién defiende el escudo y quién suda la camiseta y la ovación fue de esas con las que Jesús, el Príncipe del Chiche, soñará cuando ya se haya retirado, que no ha llegado el momento. Es más, Mendoza es de esos jugadores que deben seguir en el Xerez. Es el espejo en el que deben seguir mirándose esos chavales que ya mismo deben dar el salto al primer equipo.
También bien Toni, otro jerezano, otro hecho en la cantera. Saltó del Jerez Alternativa al Xerez y tiene hechuras para ser el portero que devuelva más pronto que tarde al Xerez al sitio que por sí mismo, no por sus maldirigentes, merece.
¿El resto? Lo de siempre. Porcar no entregó bien ni un balón. Tampoco Rafa García. Los centrales estuvieron ante un Barcelona B, con la mayoría de inhabituales, que movió bien el esférico pero que tuvo falta de mordiente en los metros finales. Tampoco los chavales querían hacer sangre, que demasiada ha derramado ya este Xerez a lo largo de un año lamentable. Y delante, quiero y no puedo de los extremos, Marquitos demostrando que tiene calidad pero que su progresión se estancó hace ya tiempo y Maldonado recibiendo las críticas de una afición que no le perdona su pésima temporada cuando el año anterior, cuando había que buscarse la renovación, lo dio todo.
Al final, ya escribo, los chavales al poder. Y con ellos un tal don Jesús Mendoza.