El inicio del curso cofradiero en Jerez tiene dos nombres propios, y ambos son femeninos: Lala Prieto Enríquez, pregonera; e Inmaculada Peña Ruiz, cartelista.
En el primer caso estamos hablando de la tercera mujer a quien se encomienda pregonar la Semana Santa. Los dos precedentes se remontan a 1997 (Inmaculada Cáliz) y 2000 (Paqui Durán).
En el segundo, ni siquiera existen paralelo, ya que ninguna mujer ha recibido el encargo de realizar el cartel oficial.
Lala Prieto, que este pasado martes estuvo en el programa
Luz de Pasión, que se emite semanalmente en
7 TV Jerez, no oculta que
las mujeres “han estado tradicionalmente muy relegadas en el mundo de las cofradías”, ya que el hecho de que hasta la fecha solo dos de ellas hayan pregonado la Semana Santa “se comenta por sí solo”.
De ahí que no se lo pensara cuando recibió la llamada del presidente del Consejo local de la Unión de Hermandades, José Manuel García Cordero.
“A un ofrecimiento como este no podía decir que no, entre otras cosas porque nunca sabemos si las mujeres no asumen determinadas responsabilidades porque no se les propone o porque renuncian a ellas. Cuando a una mujer le ofrecen algo debe dar ese paso adelante”, añade.
Lala Prieto está convencida de que
los tabúes que pudieran existir alrededor de la mujer en el mundo de las hermandades “se están rompiendo cada vez más” e incluso da por hecho que
“la gente más joven tiene todo eso superado” y ya “ni siquiera señalan por la calle” a las mujeres que visten la túnica nazarena.
Con todo,
“acceder a los cargos sigue siendo complicado” y precisa entre otras cosas de tener al lado “a un marido que sea un campeón, que sea capaz de quedarse en casa, que no se le caigan los anillos cuando le digan que es el marido de tal o cual y que incluso se sienta orgulloso de ello”.
El hecho de que se hayan roto prácticamente todas las barreras de género que pudieran existir en el pasado es una evidencia de que las hermandades “están sabiendo incorporar a mucha gente con aires nuevos y nuevas formas de hacer las cosas, que beben de lo anterior pero que asisten a esta evolución con naturalidad”.
“La Iglesia no va con prisas a ningún sitio y las hermandades, que forman parte de la Iglesia, tampoco. Se están sabiendo adaptar a la realidad”, recuerda.