Nadie está contento con el resultado de las elecciones en Jaén. Todos andan cabizbajos, lamentándose de lo que pudo haber sido y lanzando excusas en lugar de análisis. No existe un atisbo de autocrítica ante unos resultados insuficientes para todos. Solo quejas donde la responsabilidad es siempre del otro: votantes, otros partidos, otros miembros del partido, etc.
Esta sensación agridulce alcanza incluso a quienes podrían ser alcaldes según los pactos posibles. O, quizás, por eso mismo.
Márquez, camino al Senado, parece querer dejar a otro "el marrón" del Ayuntamiento y salvar su orgullo mientras Millán no gobierne en solitario: "No quiero líos; descansemos y olvidemos cómo he perdido a la mitad de mis votantes, porque la culpa es de la fragmentación de las derechas". Este mantra se repite como si fuera una catástrofe natural y no la consecuencia de 8 años de desgobierno del partido más corrupto de Europa.
El PSOE sigue relamiendo su victoria pero con la pesadumbre de un castigo. Su excusa es que "las otras izquierdas" fueron separadas y "tiraron" 2000 votos. Esto supone que con 3 concejales "confluentes" hubiera habido un acuerdo de gobierno si o si (aunque por los gritos y saltos de Adelante Jaén lo pareciera) y, también, que los 2000 votantes que no eligieron a Adelante Jaén, lo harían si hubiera confluencia. Mucho suponer. Lo que oculta es que ante el peor PP de siempre, con la derecha dividida y la ola del 28A, Millán solo tiene 11 concejales. Y que, igual que Sánchez, debe justificar ante sus bases que su pacto preferido es el naranja.
Ciudadanos anda desojando la margarita para hacer alcalde a Márquez, hundiendo todo su discurso, su campaña y los apoyos conseguidos para "aliarse" con su ex-compañera de Vox, o a Millán, mientras su partido huye del PSOE en toda España. Un dilema que puede estallarle en las manos.
Y, mientras, la izquierda se entretiene en "culparse" para no reflexionar sobre los motivos de su irrelevancia, con representación o sin ella. La verdad es que no puede haber acuerdo entre dos que no quieren y nadie ha querido, aunque mantengan un "relato" en el que la culpa es del otro. De todas formas, de poco sirve si no se supera la falta de representatividad en las periferias, fruto de una oferta tan similar al PSOE que cuesta diferenciarla, mientras se olvida la desigualdad real de Jaén.
En definitiva, un panorama que requiere de espejos en cada una de las sedes, que doten de realismo y humildad a quienes pretenden gobernar nuestra ciudad.