Decantarse

Publicado: 29/05/2019
Tras los resultados obtenidos en las elecciones municipales en la ciudad de Jaén entramos en la más interesante fase de la negociación...
Tras los resultados obtenidos en las elecciones municipales en la ciudad de Jaén entramos en la más interesante fase de la negociación. El número mágico es el 14, y a ese se van a dirigir todas las miradas, todos los cálculos y todas las conversaciones.

Es una perogrullada, o una simpleza analítica, decir que a esta ciudad le conviene una estabilidad política duradera, una solidez en los pactos que ahora han de fraguarse y un escenario que evite sobresaltos en cada pleno. En estos últimos 40 años hemos tenido estabilidad a mansalva. En el 2011 tuvimos la ocurrencia de votar de forma abrumadora a quien hoy está siendo investigado por tres delitos contra el patrimonio público. Antes votamos por mayorías absolutas o por un acuerdo estable entre PSOE e IU y en las anteriores volvimos a apostar por otro pacto, también estable y protagonizado por quien entró vestido de un color y salió de otro. El resultado de todos esos años de estabilidad y previsibilidad no es que sea para tirar cohetes. Visto lo visto la estabilidad y la solidez están sobrevaloradas.

Pero es que también está sobrevalorado el propio sillón de alcaldía. No puedo imaginar menos pasión por alcanzar un puesto que el que merece ser máximo regidor de una gran ruina. El hecho de que el actual alcalde no haya hecho un solo movimiento puede confirmar esta sospecha.

La alegría indisimulada de la candidata de Ciudadanos debiera no exagerarse, pues esas llaves que tan felizmente sostiene en su mano mecedora de la cuna municipal no son las de un tesoro, son las de un gran problema político por varias razones.

La primera es que pacte con quien pacte romperá con propios y con extraños. O bien se resentirá su relación con el oficialismo de Ciudadanos si pacta con el PSOE, o romperá con sus propios principios y con muchos apoyos recibidos si lo hace con el alcalde actual del PP. Otra razón es que lo que ha prometido no podrá hacerse en ningún caso si el Gobierno central o el de la Junta de Andalucía no ponen mucha carne en el asador. Según con quien pacte eso vendrá condicionado o no vendrá, porque ambos gobiernos son propiedad de los dos lados opuestos por los que ha de decantarse.

Pero si decide finalmente ser obediente y pacta con el PP tendrá un par de problemas añadidos y serán, por un lado, la nula capacidad de control sobre la ultraderecha como tampoco la tiene su mayor jerárquico en Sevilla. Las ocurrencias de Vox serán un dolor de cabeza semanal y sospecho que las excusas y la tortícolis que tengan que afrontar los cuatro concejales de Ciudadanos se tornarán insufribles más pronto que tarde. Y por último, y el menos grave de todos según se puede leer en los resultados electorales obtenidos, es el olvido programado del partido naranja de los miles de casos aislados de corrupción del partido preferido por los líderes de C’s para pactar, es decir el Partido Popular, por si hay dudas.  No sabemos si exigirán a Julio Millán la apostasía al sanchismo que Rivera requiere a los miembros del PSOE para acordar gobiernos, lo que no supone óbice alguno son los 4 millones en cloro, ni las contrataciones de cientos de amigos y familiares en el ayuntamiento, ni la vergüenza de una inversión de más de 80 millones de euros en una infraestructura tranviaria que no se ha puesto a funcionar por la simple voluntad personal de un exalcalde próximo a ser enjuiciado por corrupción.

Así las cosas no sé si no preferirían que se perdieran las putas llaves, como nos ha pasado a todos alguna vez.  

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