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07/07/2024  

Jaén

La pava de Cazalilla

La pava fue lanzada desde la parroquia de Santa María de la Magdalena ante cientos de personas que abarrotaban la plaza y a pesar de la sanción económica de 2.001 euros y las denuncias de la Protectora ANPBA

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  • Con la pava. -

Los vecinos de Cazalilla  volvieron a celebrar ayer  el lanzamiento de una pava desde el campanario de la parroquia de Santa María de la Magdalena en su fiesta de San Blas, pese a la sanción económica de 2.001 euros que se impone cada año a la persona que la arroja.

Tras el lanzamiento, un hombre de Cazalilla llamado Francisco y albañil de profesión, ha sido el que ha conseguido atrapar a la pava, después de subirse al tejado de una casa frente a la iglesia, hasta donde había conseguido llegar el animal.

La pava fue lanzada ante cientos de personas que abarrotaron la plaza de Cazalilla, un pueblo de unos 850 habitantes, al que acuden de otras poblaciones cercanas como Villanueva de la Reina, Mengíbar o Espeluy. En abril del 2004, a instancias de la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA), la Delegación de la Consejería de Agricultura en Jaén incoó un expediente sancionador contra el Ayuntamiento de Cazalilla por la conocida como 'Fiesta de la pava'.

La denuncia fue interpuesta por considerar que esta fiesta vulneraba la Ley de Protección Animal de Andalucía, al utilizar indebidamente un animal en un espectáculo público.
Esta denuncia acabó con una multa de 2.000 euros para el consistorio, pero en 2005 la pava volvió a ser lanzada y la ANPBA interpuso nuevamente una denuncia administrativa que acabó siendo archivada, aunque se abrió un expediente contra el particular que lanzó el animal.

Durante los últimos años el encargado de lanzar el animal, algunas veces lo han hecho con la cara oculta, ha sido multado con 2.001 euros, dinero que se paga entre todo el pueblo para mantener la tradición. La pava es arrojada a una plaza abarrotada de público que todos los años por San Blas espera hacerse con el animal, un acto que según la tradición conmemora el final de las disputas entre dos familias del pueblo.

La persona que la coge se compromete a cuidarla durante todo el año. El hombre que la ha capturado este año dice que no sufren ningún daño y que permanecerá en un corral junto a otras gallinas.

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