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Huelva

Tragedia que nos toca a todos

El país vive con consternación una tragedia que ha segado ochenta vidas y mantiene en vilo a dos centenares de familia que no se lo explican

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La consternación define el sentimiento común de los españoles después del trágico accidente de tren de Santiago de Compostela. Una terrible tragedia ferroviaria que se ha llevado la vida, por ahora, de ochenta personas, que ha sumado a su gran dosis de dolor, el hecho de producirse en coincidencia con la efemérides del santo, una de las más celebradas a nivel nacional y sobre todo, en Galicia. Un luctuoso acontecimiento que ha mordido también a andaluces. Si es cierto que la terrible tragedia ha puesto a España en el centro de atención mediática por un aspecto negativo, lo más triste es el número de vidas segadas, los heridos, el dolor y el desconsuelo de los familiares para los que hay pocas palabras que añadir. Una tragedia, que nos toca a todos, por su magnitud y por sus circunstancias, pero que también ha servido, una vez más, para sacar lo mejor de las personas, de tantos voluntarios que acudieron a ayudar, de los que ofrecieron su trabajo estando fuera de servicio, de quienes colapsaron los centros de donación queriendo dar su sangre, de los servicios públicos de emergencias, a los que las políticas de privatizaciones han puesto en el punto de mira, como si por ser públicos fueran menos eficaces. Porque una vez más, los servicios de Protección Civil, Emergencias Sanitarias, Bomberos y cuerpos y fuerzas de seguridad mostraron su eficacia en circunstancias muy difíciles.  Aunque no es de recibo ahora entrar a especular con causas y responsables, hasta que las investigaciones pertinentes no den los frutos precisos y exactos, esto no debe excluir que se depuren responsabilidades y se atribuyan culpabilidades, para que los familiares hallen algo de paz, porque este país no se puede permitir casos de este alcance sin que se haga justicia.

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