Así se ha pronunciado Santiago Gómez Sierra en una carta dirigida a los fieles en la que hace una "valoración moral" del nacionalismo
El obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, considera "moralmente cuestionable" que cada una de las nacionalidades o pueblos que históricamente integran un Estado "pretendan unilateralmente una configuración política de la propia realidad como Estado, y reclamen la independencia en virtud de su sola voluntad".
Así se ha pronunciado en una carta dirigida a los fieles en la que hace una "valoración moral" del nacionalismo y en la que añade que, eso se hace "ignorando las múltiples relaciones históricamente establecidas entre los pueblos y sometiendo los derechos de las personas a proyectos nacionales o estatales impuestos de una u otra manera por la fuerza".
Gómez Sierra considera que es su deber como obispo "decir una palabra que ayude a los católicos de la Diócesis a orientarse en la valoración moral de los nacionalismos, teniendo en cuenta su incidencia política para toda España en la tensa situación que estamos viviendo".
Apunta en la carta que la Doctrina Social de la Iglesia "reconoce un derecho real y originario de autodeterminación política en el caso de una colonización o de una invasión injusta, pero no en el de una secesión".
Agrega que "cuando una idea se convierte en principio absoluto de la acción política y es impuesta a toda costa y por cualquier medio, se pervierte gravemente el orden moral y la vida social".
"Esto es lo que puede pasar si se impone la voluntad de independencia de forma totalitaria sin respetar el bien común. Este nacionalismo pretende legitimarse presentándose como defensor de una nación sojuzgada y anexionada a la fuerza por poderes extranjeros de los que sería preciso liberarla", abunda.
En su opinión, de este modo "degenera en una ideología y un proyecto político excluyente, pretendiendo imponer por la fuerza sus propias convicciones políticas atropellando la libertad de los ciudadanos; y llega a eliminar a los que tienen otras legítimas opciones políticas".
"El nacionalismo totalitario ignora que todo proyecto político ha de ponerse al servicio de las personas y no a la inversa", remarca, para después señalar que "hay otras opciones políticas de tipo nacionalista que hacen de la defensa y del desarrollo de la propia identidad el eje de sus actividades, y se ajusten a la norma moral y a las exigencias del bien común".
La opción nacionalista, como cualquier opción política, "para ser legítima debe estar ordenada al bien común de todos los ciudadanos, apoyándose en argumentos verdaderos y teniendo en cuenta los derechos de los demás y los valores nacidos de la convivencia", indica.
Y subraya: "debe evitar un doble peligro: primero, considerarse a sí misma como la única forma coherente de proteger los propios valores; y segundo, defender esos valores excluyendo y menospreciando los de otras realidades culturales".
Gómez Sierra cree que "España es el fruto de largos procesos históricos que no pueden ser ignorados ni distorsionados o falsificados al servicio de intereses particulares. Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España es peligroso", insiste.
Recuerda además que "la Constitución es hoy el marco jurídico ineludible de referencia para la convivencia, como expresión de la voluntad sincera de entendimiento y como instrumento para la convivencia armónica entre todos los españoles. Se trata de una norma modificable, pero todo cambio constitucional debe hacerse según lo previsto en el ordenamiento jurídico, es preciso respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria como la española", concluye.