Parece el título de una película de espionaje, sin embargo no hay jornada sin conmemoración. Estas hablillas le han dedicado sus renglones alguna vez, al día del pintalabios concretamente, pero la del emoji se quedó en el archivo de julio por la situación que estamos viviendo y la importancia del uso de la mascarilla, el trozo de tela que está salvando vidas. El pobre emoticono, actualizado con el nombre japonés anteriormente anotado, se quedó triste, con los ojos cerrados y la boca hacia abajo, aunque no ha dejado de hacer su trabajo, esto es, saltar, aparecer en el móvil de nuestros contactos para darle el toque de color a un mensaje en blanco y negro. Se ha vuelto imprescindible para expresar gráficamente el estado de ánimo con que tecleamos, remarcando la profundidad, la sinceridad o el desagrado de cuanto deseamos contar. Es una coletilla gráfica, una expresión desarrollada del primitivo jeroglífico.
Recordemos que en el colegio, mientras aprendíamos a leer nos encantaban los párrafos con dibujos. Nos alegraban la mañana aquellos versículos con colores tan parecidos a un acertijo. Probablemente hoy tengan su lugar en los libros de iniciación a la lectura, animando los ejercicios de comprensión lectora. Son caretos graciosos, la versión moderna del monigote, fácilmente identificables y aún más para los niños pequeños, que parecen haber nacido con un móvil en la mano. Durante estos meses en que la tecnología nos ha mantenido en el mundo sin estar recorriéndolo, hemos de reconocer nuestra dependencia de ellos, nuestra elección mejor para incluirlos en el saludo y en la despedida, en la alegría y en la tristeza, en lo interesante y en lo aburrido. Han sido una nota de humor secreta y privada durante una reunión virtual y toques de atención y ayuda para reorientar un despiste.
El día del emoji fue a mediados de julio, sin embargo da igual la fecha de su conmemoración. En estos momentos tan delicados ayudan a sobrellevar la duda, la preocupación, la desgana, la frustración, aportando un jirón fino de luz a tanta turbiedad. Ellos se han ganado ser como la virgulilla, un signo de distinción para denotar acentuación. No dejarán de aparecer, de acompañar a las palabras o responder sin ellas y se multiplicarán durante el 21 de enero y el 13 de abril, días dedicados al beso y al abrazo. Serán el gesto cariñoso en esta forma de comunicación que Internet ha agilizado tanto.
Día del beso 13 de abril, 21 de enero día del abrazo
