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Hablillas

Las rubias

Lo que escuece es la frustración, un círculo que se agranda desde hace dieciocho años a pasos agigantados.

Publicado: 27/10/2019 ·
23:00
· Actualizado: 27/10/2019 · 23:00
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Se las recuerda con ternura y nostalgia, resbalando por los mostradores y saltando al suelo, describiendo arcos en el aire, con un sonido tan alegre, agudo y breve como el de un triángulo. Quién lo diría pero el próximo febrero se cumplen dieciocho años de su paso a la historia. Costó trabajo acostumbrarse y podría decirse que todavía algunas carteras y bolsillos no están conformes con el euro, aunque físicamente ocupe su lugar aportando peso y restos de metal. Lo vemos día a día, continuamos invocando a la peseta en las expresiones, comparándola inevitablemente con la moneda que tanto se parece al duro, añorándola cuando se procedía al redondeo. Cierto que la transición empezó mucho antes a nivel empresarial, pero al ciudadano le costó más y lo supo desde que el cajero automático le dio los primeros billetes disfrazados de regalo de navidad por aparecer en enero. Aún chispean las caras de asombro con un punto de desolación. El cambio era irremisible, el adiós irremediable y la realidad inapelable, con un mes de febrero que en dos mil dos enloqueció como nunca lo había hecho ante la desorientación en las cantidades, ya que resultaba incomprensible desterrar la peseta del monedero y del pensamiento.

Aquel terremoto pasó, dejando el bolsillo pegado, la cartera pelada y los sueldos tan recortados que la condición de millonario vive entre el recuerdo y las páginas del diccionario, viéndose transformada por la de mileurista. Este personaje es el resultado de una hazaña épica, donde los versos se han escrito firmando contratos laborales por horas durante años, donde el héroe ha ido de un empleo a otro y a otro más, incluso en la misma jornada, un episodio en el que la independencia o la emancipación ha quedado limitada a compartir casa con otros héroes en su misma situación. Si la culpa la tiene la moneda o la crisis es un apartado más de las consecuencias. Lo que escuece es la frustración, un círculo que se agranda desde hace dieciocho años a pasos agigantados.

Sin embargo la peseta sigue en la memoria. De hecho hay publicaciones que recogen la cantidad mil seiscientos millones de euros en nuestras antiguas rubias aún por canjear. Nos preguntamos si es añoranza o pasión por la numismática.

En este renglón final algún par de ojos se encogerá y otro par de labios se estirará al recordar el hueco bajo el ladrillo o el repulgo en la esquina del colchón de lana.

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