Miles de fieles renuevan este miércoles su devoción a fray Leopoldo de Alpandeire con su visita, coincidiendo con el 66 aniversario de su muerte, a la cripta que acoge en Granada los restos del beato malagueño.
Alfonso Ramírez, vicepostulador de la Causa de Fray Leopoldo, ha informado a EFE de que, tras el paréntesis que supuso el confinamiento estricto por la covid-19 y sus restricciones, se ha producido un "resurgir masivo" de la devoción.
"Con la pandemia se ha producido un reflorecimiento paulatino que todavía no ha terminado", ha destacado Ramírez, quien ha explicado que la cripta y la iglesia de fray Leopoldo acogen a lo largo de toda la jornada a fieles procedentes de distintas provincias de Andalucía y también de otras de fuera de esta comunidad.
"Muchos han visto la necesidad de pedir al beato y a Dios. Fray Leopoldo sigue siendo confidente para aquellos que acuden a su tumba para rezar", ha continuado el vicepostulador, que ha explicado que el hecho de que la cripta esté permanentemente abierta hace ahora que no se registren las largas colas de devotos de años atrás.
Para cumplir con las indicaciones sanitarias, todos los fieles acceden con mascarilla a la cripta y a la iglesia, donde deben mantener la distancia y también se ofrece gel hidroalcohólico.
A las puertas de la cripta, ubicada junto a los céntricos Jardines del Triunfo de la capital granadina, se mantienen los tradicionales puestos de flores, que muchos de los fieles dejan luego junto a la tumba del beato.
A lo largo de toda esta jornada de aniversario se van a celebrar siete misas, desde las 8 a las 20 horas, y este año como novedad se han bendecido unos panecillos para repartir entre los fieles y unas estampitas especiales.
El conocido como fraile limosnero, Francisco Tomás Sánchez Márquez, nació en la localidad malagueña de Alpandeire en 1864 y tomó el hábito capuchino en el convento de Sevilla en 1899, momento en el que cambió su nombre por el de Leopoldo.
En 1904 llegó a Granada, donde se quedó definitivamente y donde se hizo muy popular por su oficio de fraile limosnero, que siguió hasta su muerte en esta ciudad a los 92 años el 9 de febrero de 1956.
El 12 de septiembre del 2010 tuvo lugar la beatificación de fray Leopoldo de Alpandeire, que fue presidida por Angelo Amato, prefecto de la congregación de las causas de los santos y delegado pontificio para la celebración.