Los ejércitos de Tailandia y Camboya rompieron el alto el fuego y libraron hoy nuevos combates en la frontera común, para después dejar paso a nuevas conversaciones que pongan fin a ocho días de hostilidades.
Un portavoz militar tailandés informó de que "la situación ha vuelto a la calma, pero sigue siendo tensa".
Desde que empezaron las hostilidades, el 22 de abril, han muerto 16 personas, todas ellas soldados de ambos bandos menos un civil tailandés, y decenas de miles han huido de sus casas por miedo a la violencia, según datos oficiales.
La mayor parte de los enfrentamientos se han producido en torno a los antiguos templos jemeres de Ta Meun (Ta Moan en camboyano), Ta Kwai (Ta Krabei) y Preah Vihear.
En la localidad camboyana de Samrong, a 30 kilómetros de Ta Moan y Ta Krabei, unas 36.000 personas se encuentran resguardadas en asentamientos improvisados en pagodas y escuelas.
"La mayoría tiene problemas de diarrea porque bebe el agua sin hervir y también hay muchas infecciones", manifestó a Efe Mun Nara, un médico del centro de salud de Samrong que estos días asiste a los refugiados.
Debajo de las lonas o plásticos, en unos cinco metros cuadrados, se apelotonan entre veinte y treinta personas, pero nadie se plantea volver a su casa por temor a los combates.
"Es muy difícil vivir aquí. No nos queremos quedar. No tenemos de nada", cuenta la camboyana Thai Thueng, quien pernocta desde hace seis días en una de las tiendas de campaña que las autoridades han instalado al lado de una pagoda.
"Yo tengo que volver para ocuparme de la tierra, pero no lo haré hasta que no cesen los disparos", dice el campesino Thaen Thy, de 32 años, quien reside a diez kilómetros de uno de los templos en disputa.
Los ejércitos de ambos países acordaron ayer un alto el fuego, pero entrada la noche empezaron los disparos y duraron hasta el día siguiente.
El viceprimer ministro de Tailandia y responsable de Seguridad, Suthep Thaugsuban, afirmó hoy que "no se puede considerar la ruptura del alto el fuego porque se usaron armas personales".
"Pero si los enfrentamientos incluyen fuego de armamento pesado, entonces el acuerdo quedará invalidado", explicó Thaugsuban, quien aprovechó para culpar a Camboya de los disparos.
Las autoridades camboyanas por su parte acusaron a Tailandia de abrir fuego primero, lo que prueba su falta de interés en querer solucionar el conflicto.
"Menos de doce horas después (de acordar el alto el fuego), el ejército tailandés volvió a atacar y la lucha se prolongó hasta la mañana siguiente", denunció hoy un portavoz del Gobierno de Camboya.
"Las negociaciones bilaterales pueden ser útiles para solucionar de manera honesta diferencias entre vecinos que deseen la paz con sinceridad. El actual Gobierno de Tailandia no cumple esas condiciones", expresó Camboya a través de un comunicado oficial.
"Sus llamamientos para mantener negociaciones bilaterales están dirigidos a cerrar la puerta a los testigos internacionales y a ganar tiempo a su agresión", añadió el portavoz camboyano.
Observadores políticos creen que el Gobierno de Tailandia aprovecha el conflicto para ganar influencia de cara a las próximas elecciones, mientras que Camboya lo utiliza para ocultar problemas internos.
"El Ejército tailandés mira claramente la disputa como una forma de insuflar el sentimiento nacionalista y, además, para reforzar su papel como defensor de la seguridad nacional y en la vida política", opinó el estadounidense Joshua Kurlantzick, del Council on Foreign Relations.
La frontera entre ambos países, fuertemente minada, nunca ha estado claramente definida desde que Francia abandonó sus colonias en el Sudeste Asiático tras la II Guerra Mundial y las disputas soberanistas han sido frecuentes.
El conflicto actual se arrastra desde 2008, cuando la UNESCO declaró patrimonio de la humanidad e incluyó en territorio camboyano Preah Vihear, un monumento hindú del siglo XI.
Actualmente, Tailandia ya no reclama Preah Vihear, pero si varios kilómetros cuadrados aledaños.