Mientras preparo la conferencia que impartiré para los Amigos del Jardín Botánico de La Concepción, pienso en el lema elegido por la ONU para la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente de este año. ‘Nuestras tierras, nuestro futuro’ es la rúbrica para esta conmemoración, y me lo han puesto fácil singularizándolo para dar título a mi disertación. Se cumple medio siglo de que cada 5 de junio se dedique en el mundo entero a ese concepto, a veces tan indeterminado, como es el medio ambiente. La pregunta obligada es si ha servido de algo tal referencia. En estas cinco décadas, como testigo directo, he podido observar aquel proceso que advertía Stycos sobre la crisis ambiental, que por entonces ya sobrevenía. Afirmaba entonces que tendría cuatro fases. La inocencia ambiental, después de la segunda guerra mundial, llevó a pensar que los recursos de todo tipo eran ilimitados desde los alimentos al agua, pero sobre todo la energía necesaria para el espectacular desarrollismo durante las dos siguientes décadas. Era la fase en la que por candidez ni se hablaba ni se hacía nada por el medio ambiente. Entonces un sabio advirtió que vivíamos en una nave espacial cerrada que vagaba por el espacio, con las limitaciones propias para los pasajeros. Y otro sabio advirtió que nuestro planeta se comportaba como un ser vivo, al que bautizó como Gaia. Y así, con otras muchas aportaciones de científicos, pasamos a una segunda fase en la que ya se hablaba pero seguía sin hacerse nada para aliviar una crisis ambiental que se hacía aceleradamente más aguda. El mercado entonces se convirtió para algunos en un oráculo capaz de hacer de los recursos agotables, como el petróleo, el objeto oscuro del sagrado negocio. Gracias a instituir días como este del 5 de junio, las cumbres internacionales, o la creación de organizaciones y organismos, se pasó a la tercera fase de hablar y hacer a la vez. La fiebre que Gaia padece, y que se agrava año tras años con récords climáticos de todo tipo, ha acelerado las terapias para paliar los graves efectos materiales y personales. El pronóstico es reservado, ya que parece que el mal que aqueja es pertinaz y restablecer la salud será un proceso lento. Tal vez por ello el hashtag elegido para la celebración de este año #GeneraciónRestauración, parece ser toda una declaración de rendición de aquellos que la causaron a los nuevos habitantes del planeta, para que sean ellos sean los encargados de reponer el equilibrio necesario y sostenible entre la humanidad y la naturaleza. Tienen difícil el envite, pero viendo sus primeros pasos cabe ser optimistas. Son conscientes de que nuestra tierra, la que nos prestaron, es su futuro.
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Nuestra tierra, nuestro futuro
El pronóstico es reservado, ya que parece que el mal que aqueja es pertinaz y restablecer la salud será un proceso lento
Salvo Tierra
Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial
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Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía
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