Impasibles en silencio y precintados. Ese es el estado de los materiales que reposan a día de hoy en la Casa de la Cultura en la calle Menesteo. Ese silencio tan necesario para la lectura es la única compañía que ha encontrado con el paso del tiempo en su indefinición actual.
Y es que dos años después de asegurarse que ésta se convertiría en la biblioteca de la Zona Sur y tras las reformas llevadas a cabo en 2010 con cargo a los fondos del plan Proteja de la Junta de Andalucía, las puertas permanecen cuatro años después cerradas a cal y canto.
Atrás quedó en el tiempo el trasiego de estudiantes, lectores y la sala de estudios que acogió a tantos y tantos portuenses amantes de la lectura o escolares que buscaban el lugar predilecto para estudiar. En su intención, dar respuesta y servir de punto de referencia, tal y como lo fue décadas pasadas durante años.
Las reformas que se adaptaron con una luminosa cristalera no encontraron respuesta con las nuevas normativas de adecuar el acceso a personas con movilidad reducida. Paradójicamente, barreras arquitectónicas al margen, han servido para entorpecer más si cabe su adaptabilidad a los nuevos tiempos.
Además del problema de las barreras arquitectónicas y salvados los inconvenientes que resultaron, entonces, la aparición de aluminosis del antiguo salón de actos, que llevó al derribo de éste. A éstos habría que solucionar la contratación del personal y la dotación de fondos para la biblioteca, aunque para esto último ya se había consignado en los presupuestos de 2012 con una partida de 15.000 euros.
En la segunda planta del mismo edificio de la Casa de la Cultura estaba previsto entonces ubicar la Escuela Oficial de Idiomas, que en la actualidad acoge el CEIP La Florida.
Igualmente, en el edificio de San Agustín se acoge el Conservatorio Elemental de Música Rafael Taboada y que anteriormente también estaba situado en el edificio de la Casa de la Cultura.
