El Real Zaragoza sumó su primera victoria en 2013 a costa del Mallorca, al que le cedió la posición de colista en un partido más vibrante por lo que ambos se jugaban que por calidad futbolística y que tuvo todos los ingredientes entre dos equipos conscientes de que con la derrota se les iba una parte importante de su supervivencia en la Liga BBVA.
Los mallorquinistas trataron de intimidar a los locales con una salida trepidante, en la que se empleaban con una velocidad más en cada una de sus acciones ante un adversario que era incapaz de tomar el control del balón.
La lección la traían bien aprendida los hombres de Gregorio Manzano, que forzaban el juego por las bandas para intentar aprovechar uno de los flancos más débiles de los zaragocistas, los balones colgados.
No tardaron mucho en poner en evidencia las flaquezas del colista y a los diez minutos ya habían forzado por medio de un inquieto Giovani la primera tarjeta amarilla para José Fernández, y poco antes Roberto había tenido que salir a la desesperada para impedir que una combinación entre Alfaro y Tomer terminase con el balón en el fondo de las mallas.
La sensación de peligro era constante y en una falta lanzada desde el lateral por Alfaro dentro del área pequeña la tocó de cabeza Tomer para adelantar a su equipo.
Los peores presagios se hacían realidad para los maños, que se veían constantemente superados y eran un auténtico manojo de nervios ante un rival que trataba de mover el partido en los parámetros que más le interesaban con constantes faltas, en una estadística en la que superaron ampliamente a los maños.
Casi media hora les costó a los zaragocistas asentarse en el campo ante una afición adormecida que no daba crédito a lo que estaba viendo, pero una rápida combinación entre Apoño y Montañés dejó a este último solo ante Aouate que aguantó hasta el límite para tratar de impedir el remate del castellonense que llegó a rozar pero no pudo impedir verse batido.
Los zaragocistas vivieron sus mejores y más intensos minutos y tres minutos después Pinter combinó con Postiga para quedarse con todo a su favor con un potente disparo que sacó como pudo el cancerbero isleño.
Los visitantes empezaban a sentir la presión de su renacido rival, al que habían dado vida, y dieron un paso atrás con la confianza de volver a hacerse con el mando en el juego y de hecho a falta de cuatro minutos tuvo un mano a mano con Roberto que le sacó in extremis el madrileño.
El paso por el vestuario devolvió al terreno de juego a dos equipos con una mayor ambición e intensidad que necesitaban la victoria y a los que el empate no les iba a servir prácticamente de nada.
El balón iba y venía de un campo a otro y el peligro se intuía en cada una de las áreas. La sensación era de que se estaban viviendo los minutos que iban a servir para marcar el desenlace final del encuentro.
Los granotas pillaron a la contra a los zaragocistas, que estaban intentando poner cerco a su área. Un balón largo llegó a Giovani, que realizó un fuerte disparo, que se fue fuera por poco y estuvo a punto de sorprender a Roberto.
La respuesta blanquilla fue inmediata con una rápida acción de ataque en la que el recién entrado Rochina tocó a la banda a Víctor Rodríguez, que le puso un balón medido a Postiga para adelantar a su equipo.
Las urgencias se traspasaban a los visitantes, que empezaron a irse hacia arriba y los locales iban dando pasos hacia detrás permitiendo a su rival ganar metros, aunque no pasaban excesivos apuros y parecían tener todo controlado hasta que una clamorosa falta de entendimiento entre Paredes y Roberto dejó un balón en bandeja al ex zaragocista Arizmendi para devolver la igualada al marcador.
La tragedia se empezaba a mascar y los maños tuvieron que tirar más de corazón que de cualidades futbolísticas para que Rochina, auténtico revulsivo para su equipo en los casi cuarenta minutos que jugó, aprovechase un balón largo a falta de tres minutos para batir de potente remate por bajo a Aouate.
La tensión no se rebajó ni un milímetro, sobre todo para los maños, que acariciaban su reencuentro con la victoria y vivieron los cuatro minutos de prolongación con auténtica angustia y pavor con los balones aéreos que buscaba su rival.
De hecho, cuando se consumían los últimos segundos el balón llegó al fondo de la portería de Roberto en una acción anulada previamente por el colegiado. Los zaragocistas, instantes después, pudieron retomar la respiración después de una prolongada apnea.