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Creyendo y creando

Carta de un profesor

Hace unos días, la cancela de portería se cerró de forma definitiva

  • Carta de un profesor. -

Queridos alumnos:

Hace unos días, la cancela de portería se cerró de forma definitiva. Ahora, en el patio, las columnas proyectan, solitarias, sus últimas sombras, esperando que regresen vuestras conversaciones de media mañana. Los arcos enmudecieron, discretos tras haber contorneado vuestras risas y preocupaciones estos meses pasados. En la capilla, aún se siente la prudencia del penúltimo abrazo de junio, alentando los últimos ruegos. La clase respira silente, sabiendo que se despidió de ella otra generación de alumnos con una historia labrada cada día. El curso alcanzó los compases postreros del pentagrama y, de esta manera, la obra viajó a sus versos finales.

Fueron meses de trabajo los que quedan atrás, y ahora toca dar gracias. Día tras día, creamos una historia que será difícil de olvidar. Muchos fueron los momentos compartidos, y tantas otras las dificultades superadas. Por eso, por el tiempo que convivimos con nuestra rosa, esta será siempre especial para nosotros. Depositar en vosotros nuestra vocación es el mejor regalo que Dios nos puede hacer cada mañana al amanecer. Y aunque el camino creo que mereció la pena, sabemos que es el momento de descansar.

En estos meses de compañía, nos regalamos grandes momentos, y así, con nuestras clases, supimos la necesidad de “sentir intensamente la vida”. También aprendimos que “se hace camino al andar” y recordamos lo importante que es precisar “el nombre exacto de las cosas”. Valoramos que los talentos que guardamos en nuestro interior solo necesitan “la mano que sabe arrancarlos”. Entendimos que no hay nada tan auténtico como comprobar que “lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado”. Además, nos conmovimos reflexionando sobre la necesidad de estar en el sitio correcto, y también percibimos que nada como ser humilde entre el pueblo para conseguir la eternidad.

Creo que todos procuramos no dejarnos nada dentro, aunque sabemos que quedaron muchas historias sin terminar. De momento, el verano nos permitirá seguir escribiéndolas en cada uno de los libros que leamos, pues ese será el lugar en el que nos encontramos mientras llega nuestra próxima clase juntos. Mientras tanto, amad la palabra y recordad que, como pronuncia Don Quijote de la Mancha, “la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua”. Perdonad mis errores; me acojo a los versos de Luis Rosales para afirmar que mis fallos habitan, solamente, “en las cosas que yo más quería”. Seguid siendo tan buenas personas como lo demostrasteis este curso. Y no dejéis de creer en Dios, que Él nunca os fallará. Feliz verano a todos.

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