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Córdoba

Buscar el sentido del humor con un simple cambio de letra o sílaba

Es el objetivo del periodista cordobés José Luis Blasco en 'El Vocaburlario, diccionario mental del español'

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  • José Luis Blasco. -

Cambiar una letra o una sílaba a una palabra para "buscarle el sentido del humor" es el objetivo del periodista José Luis Blasco (Villanueva del Duque, Córdoba, 1960) en 'El Vocaburlario, diccionario mental del español' (Trifaldi).

Blasco, a quien no le "gustan los extranjerismos" porque se considera "un defensor del diccionario", señala en una entrevista con EFE que ha plasmado en este libro 1.905 palabras "con una definición en clave de humor", de las que apenas un tercio vieron la luz a diario durante algo más de un año en las páginas de 'Córdoba'.

"Lo que trato con mi Vocaburlario es hacer una cabriola con el vocabulario y buscarle el sentido del humor a las palabras admitidas por la Academia", dice antes de reconocer que, por sí, "hay muchas que lo tienen y hay otras que con una simple operación de alterar una letra o una sílaba consiguen el mismo efecto".

De cualquier forma, su única intención "es hacer reír a la gente", con un trabajo que le ha llevado desde que el verano de 2019 fraguó la idea con su amigo y compañero de redacción Francisco Antonio Carrasco durante unas vacaciones familiares en Castilla y León.

UNA NECESIDAD VITAL

"Iba a ser una cosa de dos", dice, pero poco después a José Luis Blasco le surgió "una necesidad vital", le diagnosticaron un tumor endocrino "y me planteé el Vocaburlario como una estrategia vital".

Carrasco, también escritor, estaba acabando su último libro de cuentos y le dio la venia para que acometiera la aventura en solitario en un recorrido que le ha "servido de terapia" porque le "ha liberado mentalmente de las ideas negativas que le surgen a una persona cuando le diagnostican un tumor".

Para entonces ya tenía anotada la primera palabra en el cuaderno, calvario, que en el Vocarbulario es "sufrimiento intenso continuo y prolongado que padece la persona que pierde el pelo de la cabeza", que, en un nuevo juego para propiciar la hilaridad, procede de los vocablos calvario/calva.

Esta es la palabra a la que tiene "más cariño y que cito con más frecuencia" de todas de las que han partido de sus "propias ocurrencias, palabras que se te vienen a la mente leyendo un libro o viendo la tele o paseando por la calle".

UN TRABAJO CONCIENZUDO DE EXPLORACIÓN

También llevó a cabo "un trabajo concienzudo" con el diccionario de la Real Academia Española, y ha "repasado desde la 'a' hasta la hasta la 'zeta', todas las letras, buscándole precisamente algún juego que pudiera provocar una sonrisa".

Aunque el libro se ha cerrado con 1.905 palabras, el autor ha ideado más de dos mil en un trabajo que no le ha resultado pesado, pero en que sí le ha hecho plantearse "autocensura por palabras malsonantes o hirientes en determinado ámbito, incluso ahora que hay que tener mucho cuidado con las cuestiones de género".

Entre las que se ha autocensurado, por ejemplo, hay gran cantidad que incluían a Trump, "que dio un juego tremendo y da un juego tremendo", señala, aunque "no va ninguna palabra con el arranque de Trump, el expresidente norteamericano".

UNA TAREA ABIERTA

También hay un término que le causó "cierta incomodidad" a "un seguidor fiel" durante la etapa en la que el Vocarbulario se publicaba a diario, ya que una palabra en la que puso en relación con el partido político Vox fue la única queja que ha tenido.

La única sobre ese asunto que aparece en el libro es "voxonaro", que se define como "ultraderechista español declarado entusiasta simpatizante del político brasileño Jair Bolsonaro".

El libro lo abre una introducción de Francisco Carrasco y un "trílogo", que aunque no venga definido en la edición juega como si fuese un vocablo más del Vocarbulario, que escriben tres periodistas, también amigos de Blasco desde que se conocieron en 1977 en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, Guillermo Fesser, Juan Luis Cano, conocidos como Gomaespuma, y Santiago Alcanda, crítico musical de Radio 3 (RNE). 

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