Hace doce meses se recrudecía la pandemia en una segunda ola que puso a prueba nuestra resistencia. Pero también hace un año
en un simple gesto mientras trabajaba en el centro de salud del barrio de
Santa Rosa, así como una
decidida y valiente visita al médico, llevaron a Toñi Zafra a enterarse de que tenía
cáncer de mama. "El mío es triple negativo, no hormonal; y
hay que detectarlo rápido", dice con una contenida capacidad de discurso al borde de la emoción. Y está justificado. Porque "
el miedo es atroz,
cada revisión es un mundo y hay que
sacar fuerza yendo batalla a batalla porque la guerra es larga". No obstante,
sólo tiene un objetivo: ganarla.
Esta cordobesa, casada y con dos hijos,
encajó de manera ejemplar uno de los golpes más duros de su vida. Su ángel de la guarda, como ella misma indica, le fue salvando de muchos obstáculos por el espinoso camino del tratamiento. Desde el
equipo de Oncología del Hospital Reina Sofía, hasta
su entorno más cercano, el de la familia y los amigos. O la
Asociación Española Contra el Cáncer en Córdoba. Pero sobre todo, la vitalidad que va en su propia condición humana.
"Yo lloro un día, dos días, y ya está. Porque empiezo a pensar en otras cosas y en que mi día a día se basa en el hoy y no puedo ponerla en cinco años". Ayer veía la televisión y escuchó:
"¿Qué prefieres, un millón ahora o diez dentro de una década?" No duda en su respuesta: "Qué tontería, coge el millón ahora; porque vivir es ahora y esa lección de vida hay que enseñarla a todo el que nos rodea". Hoy Toñi gana claramente esta lucha y sabe que su
vitalidad y optimismo son claves para mantener una línea imparable contra esta enfermedad para la que la
investigación y la detección precoz son determinantes.