El día 5 de enero se mueve en Algeciras al ritmo que marca el sonido de las latas serpenteando por sus calles. La ciudad cumple con una de sus tradiciones navideñas, la de alertar a los Reyes Magos con el ruido de las latas para reclamar su presencia en la ciudad y con ella, los regalos para los niños algecireños. Más de 25.000 personas se han concentrado en el Llano Amarillo, según fuentes de la Policía Local, para recibirlos.
A mediodía estaban convocados los participantes en el tradicional arrastre de latas en la Plaza Andalucía para realizar juntos el camino hasta el Llano Amarillo, recorriendo el centro de la ciudad. Allí, en la zona portuaria, miles de personas, en especial los niños, aguardaron con ilusión la llegada de los Reyes Magos, que un año más llegan a la ciudad en barco, otra tradición vinculada a esta víspera.
Tras desembarcar, Sus Majestades de Oriente han pasado por el escenario ubicado en el Llano Amarillo para recibir la llave de la ciudad que el alcalde les entrega cada año, para que tengan acceso a todos los hogares y poder así dejar sus regalos. Además, ha tenido lugar una gran fiesta con regalos y golosinas para los pequeños, que han podido hacer sus peticiones de última hora a los Reyes.
Decenas de miles de personas han desafiado a un día algo gris, con viento de levante y un levísimo chispeo ocasional para recibir a Sus Majestades de Oriente como merecen en el día que más ilusión despierta, sobre todo entre los niños de Algeciras, si bien nadie presente hoy en el Llano Amarillo ha sido ajeno a esa ilusión.
Sobre el escenario ubicado en el centro de este espacio se han sucedido actuaciones y sorteos de regalos antes del desembarco de los Reyes Magos, que después han subido al mismo.
Los algecireños de más edad y los historiadores que se han interesado por esta tradición explican que tiene sus orígenes en el siglo XIX. Ya entonces los niños recorrían Algeciras arrastrando cualquier elemento metálico que tuviesen a mano, ya fuesen juguetes de lata rotos, chatarra, restos de enseres, etc., todo ello ensartado en un cordel. El objetivo era hacer todo el ruido posible para que los Magos de Oriente pudiesen localizar la ciudad y sus hogares.
Lo que no está tan claro es el motivo que podría despistar a los Reyes para pasar de largo por Algeciras. Los estudiosos aluden a motivos económicos (los padres de la época explicaban que los Reyes podrían no encontrar la ciudad, como explicación para los pequeños) y meteorológicos, porque Algeciras quedaba, y queda, en ocasiones oculta bajo la niebla. Ese segundo argumento inspiró un cuento, de Juan Ignacio Pérez, titulado El gigante Botafuegos.
Este relato expone una leyenda sobre el origen de esta práctica, que fue una reacción de los niños para llamar la atención de los Reyes Magos, quienes no podían ver la ciudad debido a que el gigante encendía cada 5 de enero una gran hoguera para cubrir la ciudad de humo y que los niños no recibiesen sus regalos. Esta leyenda tuvo gran calado entre los niños y ha sido origen de otras iniciativas posteriores en torno a la misma, como un cortometraje, un videojuego e incluso tuvo su hueco en televisión en el programa de
Los Lunnis.