Tras más de medio siglo sin contar la capital gaditana con un doctor en tauromaquia, ayer a las seis de la tarde y diecisiete minutos tomaba la alternativa Fran Gómez, un torero nacido en Cádiz y criado en la calle La Torre.
Arrastró a cerca de un millar de gaditanos que poblaron buena parte de los tendidos de sombra y sol, llegando casi a llenar medio aforo.
Sin cortar oreja, Fran ha derrochado en sus dos toros muy buena actitud, además de valor y entrega.
El primer toro que ha matado en su vida se llamaba ‘Virtual’, marcado con el número 29, negro de 472 kilos, al que toreó con el capote con mucha enjundia, aunque el animal mostraba escasa fuerza. Su padrino de alternativa, el sanluqueño Antonio José Blanco, y en presencia del jerezano Caro Gil, le entregó los trastos y Fran vestido de azul marino y oro, brindó a su padre que estaba en un tendido.
Su labor con la muleta tuvo clase y aroma, sobretodo en series al natural, donde toreó muy despacio. Seguridad y confianza le valieron para que el público se le entregara a un toro noble y con fijeza.
Lástima que perdió la oreja por el mal uso del descabello, oyendo una ovación con petición de oreja, tras aviso.
El segundo, al que todos esperaban que remontara la tarde, fue un animal que recortaba y cadente de fuerza como todo el encierro. No le perdió la cara y supo estar con mucha eficiencia y coraje. Volvió a estar mal con la espada y el descabello.
Vaya por delante que hace año y medio que no se vestía de luces. Sus paisanos le aplaudieron por su buena actitud y deseos de triunfo. Ha movido la afición gaditana y eso es importante.
Queda un tiempo para prepararse de cara a la próxima temporada y corregir los defectos con los aceros, aunque compagine su profesión, entrenador de fútbol nacional, entre otras aficiones.
Blanco cortó una oreja a su segundo por una buena estocada ante un toro que tampoco le ayudó en nada, aunque hizo una faena de exposición y aguante . Con su primero se mostró afanoso y voluntarioso, perdiendo la oreja también por los aceros.
El mejor lote el tercero y quinto correspondió al jerezano Antonio Caro Gil, que ofreció un tercio de quites a su primero, pasándose los pitones por la barriga en las distintas suertes. Se metió al público en el bolsillo y ante el bravo animal logró una faena de cierto brillo y pasajes bellos, dando la vuelta al ruedo al no matar bien. Volvió a encandilar al personal en el último, con su sello personal, sobresaliendo naturales profundos con seguridad y confianza. Cortando una oreja.
Los toros de Domínguez Camacho desiguales de presentación y juego.
