Ahora que ya pasaron las fiestas navideñas y entramos en un nuevo año (2018, ¡qué vértigo!), me he acordado de la polémica suscitada por la carroza LGTBI de la Cabalgata de Reyes del madrileño barrio de Vallecas. Las redes sociales estaban que ardían con el tema, y yo, la verdad, aun no entiendo muy bien por qué. Qué hay de malo en que se organice una carroza de ese tipo. Yo la vi en la televisión y sólo observé alegría, buen humor y unos disfraces muy conseguidos.
Lo que sí me causó perplejidad e incluso asco, fueron algunas opiniones de los carcamales de siempre, los que llevan dando la lata desde hace muchos años en los grandes medios de comunicación, como es el caso de Luis del Val, que realizó unas deplorables declaraciones en el programa “La Mañana de Herrera”, en las que llamaba “maricones de mierda” a los integrantes de la citada carroza.Pero no se quedó ahí, también alertaba de que “esa Cabalgata iba a ser un acto de exaltación del gay que enseñaría a los niños a que pueden ser maricones desde las edades tiernas. Si me acusan de homófobo se pueden ir a la mierda”.Cuánta mierda debe habitar en una cabeza para soltar semejantes improperios. Cuánto odio y miseria.
El otro día, Luis del Val, oliéndose la demanda, dijo lo siguiente: “Me equivoqué, es posible. Pero nunca insulté al colectivo”. Y se queda tan ancho. Evidentemente, eso no ha servido para que el Observatorio Español contra la LGBTfobia (STOPLGBTFOBIA) haya presentado una denuncia en los juzgados contra Luis del Val, Carlos Herrera y la cadena Cope por los comentarios claramente homófobos que se realizaron en el programa de Herrera. En su denuncia, el Observatorio los acusa de “presunta difusión de un discurso de odio y discriminación”. También han incluido en la denuncia al cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, propietaria de la cadena Cope. Ahí es nada. Está claro que la derechona más rancia y fundamentalista está siempre con la “escopeta cargada” ante cualquier intento de realizar algún acto contrario a su ideario. Para una mayoría civilizada, esa carroza no tenía más objetivo que la promoción de la diversidad e igualdad, y tenía todo el derecho de formar parte de la comitiva de los Reyes Magos, pero para algunas mentes inquisitoriales, era un claro ataque a las tradiciones. Ya ven, qué despropósito tan grande. Desde esta columna, todo mi apoyo al colectivo LGBTIQ.