Francisco José Medina graba, esculpe, o nos pinta en la pared de un edificio público el árbol genealógico del cante, que es como pintar el árbol genealógico de una pena y una alegría muy grandes. Ahora anda en Cádiz, exponiendo en Cádiz, pero con el corazón siempre puesto en Arcos, en nuestro patrimonio que le quita el sueño, porque sabe que de nosotros, particulares y autoridades, depende que ese patrimonio pase preservado y mejorado a las generaciones venideras. De todo eso hemos hablado ya en las postrimerías de su exposición en Cádiz.
—Hasta hoy treinta ha estado su exposición Niños blancos, pájaros muertos, en PRÁCTIKA, Central de Arte, en la calle Parlamento, 11 de Cádiz, frente al colegio San Felipe Neri. Agosto entero, en pleno verano, y en Cádiz, ciudad de vacaciones. Se nos antoja todo un lujo. Imaginamos una asistencia masiva. ¿Ha sido así?
—Todo lo que dices se ha cumplido, pero súmale que el día de la inauguración fue justo antes del Trofeo Carranza. Muchos aficionados, coleccionistas y curiosos. Estoy contento.
—Esta exposición la tuvimos los arcenses en La Misericordia y algunos la recordamos por su originalidad y por su bello patetismo. ¿Ha tenido repercusión en los ambientes artísticos y en la prensa especializada?
—Espero que sí. En la inauguración estuvieron algunos coordinadores de exposiciones de lo museos de Cádiz. Concretamente les sorprendió el espacio que es nuevo en la ciudad, fruto del trabajo de dos profesionales del arte como Gracia y Gerónimo Bocuñano. Han creado un espacio para exposiciones y para la enseñanza de técnicas artísticas. Una gran iniciativa cultural.
—Barro, grabado, grafito. De usted no puede decirse que sea pintor, ni que sea grabador ni escultor. Es usted todas esas cosas juntas. Y más. ¿Cómo se define a sí mismo en lo artístico?
—Como artista plástico contemporáneo, si la idea que intento transmitir requiere una técnica nueva, la aprendo. Si esa idea necesita de un lenguaje clásico, lo uso. Mi formación ha sido clásica, pero desde que hice mi primera exposición individual en 1990, han cambiado mucho los lenguajes y los artistas debemos evolucionar.
—Mahler. ¿Qué le dice su música? ¿Tanto le impresiona para que la ponga a sonar entre sus niños blancos, entre sus pájaros sin alas, entre sus vasijas?
—Para la música de la exposición me ayudó un amigo matemático, apasionado de la música, José Galeote. Debíamos encontrar unas melodías bellas pero inquietantes que arroparan la mirada de los Niños Blancos. Las canciones de los niños muertos fueron creadas a partir de los poemas de Friedrich Ruckert y de sus propias vivencias durante la infancia. Mahler, hijo de una gran familia, sufrió que seis de sus hermanos murieron siendo niños.
—¿Qué proyectos inmediatos tiene?
—En estos momentos estamos dando forma a un proyecto que se llama Mar interior. La idea inicial surgió a raíz de la lectura del libro Las cosas del campo, escrito en prosa poética por el escritor andaluz José A. Muñoz Rojas (Antequera 1909-2009). En una de sus páginas describe lo que son las herrizas o manchas de vegetación original en medio de los sembrados de trigo. A raíz de ese poema escribí mi propia reflexión sobre mi mar interior que es de peces y barcos de piedra y bronce. Fauna y navíos de un mar primitivo que nació de las canteras y de las manos del escultor. Un mar sin agua lleno de peces para campos donde las olas son ondas en el trigo al viento de la sierra. Barcos de piedra hundíos en la tierra. Puntas de arados quebradas por naufragios en los barbechos. El mar interior de la tierra es un espacio ondulado, marrón o verde según las mareas. Tiene bosques-islas o herrizas donde la naturaleza se recrea en sí misma. Reinos de Taifas donde el arado no llega. Islas con los últimos naufragios de los bosques originales. El desarrollo de esta serie pretendemos que sea en los fosos de castillos. Estamos creando el proyecto para el Castillo de Santa Catalina de Cádiz y otro para los fosos de la Fábrica de Tabacos de Sevilla.
—Usted es una persona muy preocupada por la conservación de nuestros espacios urbanos y naturales. ¿Cómo ve a Arcos en ese aspecto? ¿Somos conscientes, particulares y autoridades, de la riqueza que tenemos que gestionar y legar a las generaciones venideras?
—No. ¿En qué lugar se cierran los centros de interpretación o ni se usan después del enorme coste que supone crearlos (Centro de la Molinera y el Corregidor - Museo del Río). Si los gestores municipales no saben qué hacer con ellos, que se formen o busquen personal cualificado. ¿Dónde están los proyectos didácticos de esos centros? ¿Y las estrategias museísticas? ¿ Y las páginas webs? ¿ Y para cuando la creación de la asociación de amigos de los espacios culturales de Arcos? Estos centros fueron grandes iniciativas pero con graves problemas de planificación y gestión que podían hacerlos rentables económica y culturalmente. En cuanto al patrimonio natural, tengo grandes esperanzas puestas en el nuevo PGOU. Que no sea sólo un coladero para legalizar segundas viviendas ilegales. Desearía que fuera un documento que se preocupe por el paisaje- nuestro gran patrimonio-, por la contaminación visual, por el patrimonio inmueble de las calles, por conservar la red de cuevas domésticas más grande de Andalucía , por las oportunidades de los caminos del río, por los espacios de la memoria industrial como son las antiguas fábricas del Barrio Bajo, los antiguos túneles de ferrocarril, el silo de trigo… Debemos reconocer lo que nos falta y mirarnos para aprender de otros lugares como Segovia o Linares, a los que recientemente les han valorado el esfuerzo de conservación, restauración y puesta en valor de su patrimonio natural y cultural. Debemos conocer y valorar nuestro patrimonio.