La hermandad de Cristo Rey en su Entrada Triunfal en Jerusalén y Nuestra Señora de la Fuensanta llenó de gozo al Barrio de María Auxiliadora con su esperadísima salida procesional en el Domingo de Ramos, y no sólo por ser la primera de las diez cofradías que este año realizan su estación penitencial, sino por ser la primera en recuperar una procesión en toda regla en el contexto de la Semana Mayor después de los dos años en los que la pandemia del COVID-19 ha frustrado este tipo de manifestaciones religiosas y populares.
Tal acontecimiento merecía la pena vivirse con intensidad y con novedades, siendo la primera de ellas el adelanto de la misa previa a la salida procesional a las diez y media de la mañana en el templo del Barrio Bajo. La eucaristía y bendición de palmas marcó así el día grande para la hermandad que dirige Enrique Macías.
La parroquia abrió sus puertas de par en par para permitir la lucida salida de la cofradía, mostrando el llamado “tramo azul” sin acompañamiento musical alguno para facilitar que las personas, y especialmente los niños, con sensibilidad auditiva o autismo pudieran disfrutar de la estampa con total normalidad y sin alteraciones.
La hermandad quiso estrenar este año el simpecado mariano, así como un nuevo color de la cera de los hachones del paso de misterio de Cristo Rey. El paso del Señor se mostró decorado con flores silvestres y el de su Madre, Nuestra Señora de la Fuensanta, con un surtido de rosas y claveles.
El acompañamiento musical del paso de misterio de Cristo Rey corrió en esta ocasión a cargo de la banda de cornetas y tambores ‘Entre Azahar’, de la localidad sevillana de Dos Hermanas, y el acompañamiento a la Virgen por la banda de música ‘Vicente Gómez Zarzuela’ de Arcos.
Como es tradicional, el primer tramo de la procesión mostró la cruz de guía y a los populares ‘romanitos’ seguidos de los hebreos de palma, la presidencia, el cuerpo de acólitos y el trono de Nuestro Padre Cristo Rey. El segundo tramo, el nuevo simpecado mariano, los hebreos de palma, la presidencia y el cuerpo de acólitos del paso de María Santísima de la Fuensanta.
El desfile contó con un público tan numeroso como entusiasta que supo recompensar el esfuerzo de costaleros y costaleras y la belleza de la estampa cofrade con su saber estar.
Gran ambiente
La primera de las hermandades de Arcos en desfilar no puso más que de relieve las ganas de los arcenses por ver una procesión en la calle, lo cual dejó un reguero impresionante de personas por todo el Barrio Bajo, llenando los establecimientos hasta la bandera. Tal fue la avalancha que apenas quedó un aparcamiento libre en todo el barrio, con colapso incluido del gran parking situado junto al IES Guadalpeña. El ambiente generado por el desfile procesional también acabaría trasladándose a los restaurantes y ventas de alrededores.
