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La Gatera

Drácula por Drácula

Aunque según el almanaque y el termómetro no, según el ánimo de servidora ya ha llegado el otoño. Y con él un hambre de oferta cultural para redimirnos de...

Publicado: 18/09/2019 ·
22:10
· Actualizado: 18/09/2019 · 22:10
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Autor

Rosa G. Perea

Rosa G. Perea es escritora. Es cofundadora del Club de Lectura del Ateneo de Sevilla y editora en Almuzara

La Gatera

Como escritora, editora y colaboradora en medios de comunicación, Rosa G. Perea habla de todo, predominando la cultura

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Aunque según el almanaque y el termómetro no, según el ánimo de servidora ya ha llegado el otoño. Y con él un hambre de oferta cultural para redimirnos de las vacaciones. Por eso acudí a la inauguración de la exposición de Juan Miguel Quiñones frente a otros muchos artistas, que acoge la Fundación Valentín de Madariaga.

La trayectoria del artista andaluz Juan Miguel Quiñones (Vejer de la Frontera, Cádiz, 1979) ha ido creciendo en muy pocos años hasta transformarse en uno de los referentes de la nueva escultura española. Partiendo de una formación alejada de los cauces ordinarios, los conocimientos sobre talla -llamada de piedra dura o “florentina”- pulimento y restauración en piedra son adquiridos de manera autodidacta basándose en un proceso triple que implica lecturas técnicas, indagación en procesos y recetas de maestría artesanal y tradicional y la práctica material diaria, en la que es un auténtico experto.

Quiñones tiene especial predilección por reinterpretar -en todos los formatos y posibilidades dimensionales, materiales y cromáticas- el mítico helado, el Drácula (¿lo recuerdan?), desarrollado en 1977 por Juan Viñallonga y el equipo de innovación y marketing de Frigo, que continuaría creando iconos helados para varias generaciones: Frigo-dedo (1980), Frigo-pie (1983), Calippo (1984) o Twister (1986).

A partir de un encuentro fortuito hace algunos años en la Fundación Valentín de Madariaga entre el escultor y el artista Santiago Yáñez, éste último le anima a iniciar un mecanismo común y habitual entre los artistas contemporáneos: el intercambio de obras. Quiñones se decide entonces a trocar una obra concreta que ya es un referente en su producción, el Drácula de mármol, con un elenco de artistas que suponen lo más granado del arte tanto emergente cuanto consolidado del panorama nacional. Surgió así el proyecto Drácula X Drácula, donde cada uno de los artistas participantes, con su lenguaje, bajo su interpretación, según sus técnicas y soportes, ofrece una mirada, una interpretación particular de tan sugerente icono (y del literario personaje vampírico del cual toma el nombre), lo que confiere al conjunto una heterogeneidad, una singularidad y una amplitud globales e irrepetibles. No se lo piense, sólo está hasta el 10 de noviembre, y el tiempo vuela.

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