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En román paladino

Del Tamayazo al Aguirrazo

Todo es presunto  hasta que se conozca una sentencia, si llega el caso, pero el carro viene bien  cargado.

Publicado: 05/09/2019 ·
13:08
· Actualizado: 05/09/2019 · 13:08
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Todo comenzó cuando tras ganar las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, sin mayoría absoluta en 2003 –el PP de Esperanza Aguirre  logró 55 escaños y la suma de  Izquierda Unida y PSOE  56-, el  diputado Rafael Simancas, candidato de las izquierdas,  pasó de  prometérselas muy felices a la decepción. Llegado el momento de la votación, quedó consternado al comprobar que los diputados del PSOE Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez no le  votaron (se refugiaron en un hotel con guardaespaldas financiados  por los conspiradores del golpe)  y,  al repetirse las elecciones, las tornas cambiaron y  ganó la presidencia Esperanza Aguirre. Ese sonado caso de transfuguismo es el  “tamayazo”. 

Al  asunto  –con  implicaciones de empresarios  de la construcción ligados al PP- se le dio carpetazo, jamás se investigó en profundidad y ahí comenzó el reinado en Madrid de Esperanza Aguirre que terminó  en 2012, tras varias mayorías absolutas,  pero sin poder consumar su asalto en el PP contra Mariano Rajoy. 

Su camino ha culminado –provisionalmente- en estos días en que la Audiencia Nacional le ha llamado a declarar en octubre próximo para que aclaren las imputaciones de  pertenencia a organización criminal, falsedad documental, prevaricación de funcionarios públicos, cohecho, blanqueo de capitales, falsedad electoral, tráfico de influencias, revelación de información privilegiada y apropiación indebida. Todo es presunto  hasta que se conozca una sentencia, si llega el caso, pero el carro viene bien  cargado.

El juez tendrá que actuar de forma diferente al relatado en Gargantúa y Pantagruel. Rabelais retrata al juez Bridoye que tenía dos fórmulas para solventar los casos. La primera, pesando los expedientes de la acusación y la defensa y daba la razón al que más pesara.  La segunda,   más fácil:  “Después de haber bien visto, revisto, leído, releído, paladeado y hojeado los complementos, aditamentos, comparticiones, comisiones, informaciones, anteprocesos, producciones, alegaciones, interdictos, contradictos, respuestas, preguntas, réplicas, dúplicas, tríplicas, escrituras, reproches, gabelas, salutaciones, comprobaciones, confrontaciones, aclaraciones…  evocaciones, envíos, reenvíos, conclusiones, alegatos de no proceder, apuntamientos, textos, confesiones, exposiciones y otras grageas… pongo a un extremo de la mesa de mi despacho el cubilete del demandante, y tiro su suerte”… a los dados.

El “Aguirrazo” ya lleva por delante la imputación de sus sucesores en la presidencia de la Comunidad de Madrid –Ignacio González y Cristina Cifuentes- y del consejero de su total confianza Francisco Granados, implicado en todas las tramas posibles. Por el peso,  pierden, a los dados, se verá.

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