Desde que saliesen las fotos de prostitutas y clientes en plena vía pública en Barcelona se discute todo lo relacionado con este asunto
A la ministra de Igualdad le parece una “vergüenza” que se publiquen anuncios de prostitutas en algunos periódicos. Cree Bibiana Aído que éstos terminarán desapareciendo de estos medios cuando las circunstancias lo permitan. Es decir, que según el Gobierno la crisis ha hecho que los periódicos publiquen anuncios de contactos en sus páginas, como si hace dos años no estuviesen ya estos reclamos. A instancias de ERC, que ayer planteó que se tomen medidas para eliminar estos anuncios, el Gobierno se limita a avergonzarse y esperar que, como ya se solicitase en su día, terminen desapareciendo. Sólo un partido que no ve claramente los límites de los derechos y libertades puede exigir que a un medio de comunicación se le prohíban ciertos anuncios. No pueden publicitarse por ley ciertos productos porque son perjudiciales para la salud. Ya no se ven a cowboys cabalgando por enormes praderas y fumándose un pitillo, por ejemplo. Pero, ¿es tan nocivo para la salud el tabaco o el alcohol como la prostitución? Como no es por cuestión de salud pública, ¿cuál es el motivo para poner veda a estos anuncios? Al final es una decisión de los editores. Hay periódicos que llevan anuncios de prostitutas y otros que no. No incumplen la ley y no debería crearse una norma que pusiese fuera de ella estos reclamos, principalmente porque no es un actividad ilegal y, por lo tanto, anunciarla no debería ser perseguible. Sí sería recomendable, sin embargo, que si este Gobierno se avergüenza de esos anuncios, no apoye a quienes los sustentan y pida públicamente que los editores de El País, El Mundo, La Vanguardia o El Periódico de Catalunya, por citar algunos de los que nombró ERC ayer en el Parlamento, retiren esos anuncios en cuanto puedan. Incluso así, ni la prostitución depende de estos anuncios, ni las profesionales que aparecieron en las fotos de Barcelona se anuncian en los periódicos, ni la solución pasa por estos reclamos. El Parlamento no está para otorgar medallas morales, una casa en la que suceden cosas más graves de las que muchos ciudadanos se avergüenzan.