Mariquita Pérez

Publicado: 11/06/2018
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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El próximo fin de semana termina su penúltima colección en fascículos, rozando el solsticio. Y las que quedan.
El nacimiento de esta muñeca fue el deseo de una niña hecho realidad por la paciencia, la mano y la visión de futuro de su madre. La familia solía veranear en San Sebastián y la pequeña estaba tan apegada a ella, que la quería vestida con su misma ropa. Su madre la complació y los comentarios no se hicieron esperar. Con trabajo, porque en los años cuarenta del  siglo pasado no había muchos posibles, hizo un proyecto junto a una amiga, viajaron a Alicante y se lo presentaron a Bernabé Molina, hacedor de ilusiones de Onil, el paraíso de los juguetes y allí nació la muñeca que sigue cumpliendo años sin envejecer. Las niñas de la posguerra encontraron una leal y confidente compañera de juegos, aunque no todas, porque su precio -85 pesetas- suponía un pellizco enorme al sueldo de una familia de entonces. Muchas se tuvieron que contentar con verlas en los escaparates o poner su ilusión en la noche del cinco de enero. 

Desde el cartón piedra hasta el plástico, Mariquita Pérez fue modificándose hasta el punto de ser una muñeca diferente a la que primero se diseñó. De todas formas el triunfo estuvo apuntalado por la originalidad y la innovación. La comercialización de la ropa  fue el primer eslabón de una cadena formada por apertura de tiendas en España e incluso Hispanoamérica, desfiles infantiles y la pequeña Marisol vistiendo los modelos en sus dos primeras películas. Luego Mariquita Pérez presentó a su familia, tuvo su programa de radio y dedicó sus canciones, es decir, un éxito tan arrollador como el fenómeno social que fue durante lustros, pero esto no hizo que el entendimiento entre las dos amigas y socias fuera el esperado.

El negocio acabó y se retomó años más tarde destinado al público adulto, al coleccionista, tal vez para aquellas niñas que no pudieron disfrutar de la muñeca en su momento, una vuelta a la infancia desde la serenidad que da la experiencia, entendiendo que aunque se nos venga a la cabeza la melena rubia de la estilizada y artificial Barbie, fue Mariquita Pérez la primera que tuvo diseñadora, que comercializó su armario, que lo mostró en pasarelas motivando la inspiración de las mañosas gozando, por encima de todo, del privilegio de no tener edad definida, ya que “se viste como una niña, como una joven y como una mujer”, rezaba el lema publicitario. 

El próximo fin de semana termina su penúltima colección en fascículos, rozando el solsticio. Y las que quedan.

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