A veces resulta inevitable pensar que la esperanza se ha perdido para siempre. El río serpenteante que alimenta la fe de los hombres ve menguar su incontestable fuerza y todo parece perdido. La oscuridad se cierne sobre los cimientos del mundo como una sombra cargada de pesadumbre, y el juego se percibe más amañado que nunca. Es entonces cuando los verdaderos héroes surgen como figuras capaces de hacer frente a lo imposible, resucitando los lazos de unión y los símbolos que nos recuerdan que la balanza de la justicia siempre cae del lado de la luz.
Tras Batman V Superman (Zack Snyder, 2016), el universo cinematográfico de DC se destapó como una alternativa válida al reinado de Marvel en el género superheróico.
Pese a no destacar por la cohesión y la coherencia interna de su narrativa, las cintas de DC suelen funcionar como elementos únicos y conclusivos, arriesgados en su forma y en su fondo, y tan fallidos como fascinantes.
El éxito de Wonder Woman (Patty Jenkins, 2017) no hacía más que confirmar el éxito de un estilo anómalo y valiente que dejaba entrever cierta libertad creativa en su autoría, a pesar de las impertinentes intervenciones de la productora.
La Liga de la Justicia (2017), sin embargo, ha acabado siendo un producto genérico e intrascendente. No solo titubea en su discurso, deteriorado tras las regrabaciones que ha sufrido la obra, si no que apenas se sostiene lo suficiente como para merecer revisionados ni segundas lecturas.
La película, dirigida en parte por Zack Snyder y en parte por Joss Whedon, se queda a medio camino entre una obra de ambos. Ni luce como una película de Snyder, pues carece de su empaque visual y del poderío de sus sugestivas imágenes; ni convence como película de Whedon, puesto que las relaciones entre los personajes no se terminan de desarrollar lo suficiente y los diálogos distan mucho de convencernos de lo contrario.
Ciertos momentos, como el fascinante montaje de los créditos iniciales o puntuales situaciones de camaradería espontánea entre nuestros héroes, se acercan tímidamente a lo que podría —y debería— haber sido La Liga de la Justicia.
Tristemente, la decepción y los prejuicios estropean forzosamente el disfrute de una cinta que, pese a reunir a Wonder Woman (Gal Gadot), Batman (Ben Affleck), Superman (Henry Cavill), Aquaman (Jason Momoa) y Flash (Ezra Miller), no termina de explotar su heroicidad y su épica, ni transmite la emoción necesaria para conmovernos con su intento de reflexión sobre el sentido de la justicia frente al mal, haciéndonos perder un poco la esperanza de volver a tener una oportunidad tan buena de conseguir la película definitiva que el género tanto necesita.
Sala 3
La Liga de la Justicia
A veces resulta inevitable pensar que la esperanza se ha perdido para siempre. El río serpenteante que alimenta la fe de los hombres ve menguar su incontestable
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