El artículo 155 de la Constitución ha tenido su función; eso hay que reconocerlo. Los partidos que representan la postura constitucionalista ante esta decisión cubren prácticamente todo el panorama político de nuestro sistema neoliberal: El PP es la derecha con la clara herencia de la tradición que las fuerzas de orden de siempre han representado en este país, defensores de los valores jerárquicos en lo humano y en lo divino y, a pesar de sus profundas diferencias con la derecha europea de las grandes potencias de la UE, son reconocidos por estas como servidoras de los mismos intereses de las élites económicas, quienes, al fin y al cabo, son los que dirigen el cotarro, por tanto cumplen con su labor. En el PSOE se consideran la izquierda del neoliberalismo, tienen su sitio y su apoyo por una parte considerable de la masa social española, que entiende y acepta que su postura reformista y pactista con las fuerzas de la derecha, también cumplen su función; cada vez con menos éxito en Europa, tampoco es que la política socialdemócrata sea rechazada por las fuerzas económicas, es que en Europa, incluso las clases trabajadoras son capaces de inclinarse hacia la ultraderecha antes que servir de soporte al voto rosa. C´s, nacido como es sabido para contrarrestar desde el sistema el ascenso meteórico de Podemos, alineados para ser engarce que permitiese el funcionamiento tanto del PP como del PSOE, asoman cada vez más escorados a la derecha del PP, reivindicando la mayor intransigencia de las políticas represivas. En esto cada vez se parecen más a la prácticamente extinta UPyD, con la diferencia de que la gente de Rivera ha recibido el beneplácito de los poderes fácticos, cosa que nunca obtuvo el partido que fundó Rosa Díez. Quedaría hablar de grupúsculos marginales que solo resultarían anecdóticos de no ser por su agresividad y su carencia de escrúpulos que les hace sonar demasiado para su importancia.
Fuera del amparo de este supuesto paraguas constitucionalista aún quedan fuerzas significativas, pero su alineamiento frente al 155 les convierte en indeseables e indeseadas. No hay más que ver la encuesta del CIS. Ya lo repiten hasta la saciedad los medios de comunicación, ni populismos, ni nacionalismos. Nunca se había conseguido mayor comunión entre partidos constitucionalistas, medios de comunicación y gente de la calle. Cualquiera que se exprese sobre el asunto repite fielmente las palabras de García Albiol, Martínez Maíllo, Cospedal, Rajoy, Sáenz de Santamaría, Méndez de Vigo o el máximo exponente de la dialéctica peperiana, Rafael Hernando.
Dejar el texto aquí (la verdad parece incuestionable, pero hay más verdades que las que nos hacen creer) no sería mentir a la gente; pero sería mentirme a mí mismo.
El artículo 155 ha traído a los hipersensibles sentidos (quizás la redundancia se coma la aliteración) de la población española una definición claramente interesada. Son constitucionalistas, PP-PSOE-C´s, porque defienden el 155 y algún que otro artículo más de la divinizada Carta Magna española (¿Han observado que cambiando de lugar nada más que la g por la n el significado sería más correcto?). ¿Por qué para medir el grado de espíritu constitucionalista no nos ponemos a pensar qué se hace en otros artículos de la citada Ley de Leyes? Como citar los artículos por números se hace como más llevadero, les remito a que valoren el constitucionalismo de la Triple Alianza ante el cumplimiento y la defensa de estos otros: 27, derecho a la educación; 39, protección a la familia y a la infancia; 40, redistribución de la renta y pleno empleo; 43, protección a la salud; 44, promoción de la investigación y acceso a la cultura; 45, medio ambiente y calidad de vida; 47, derecho a la vivienda; 50, garantía y actualización de las pensiones; 51, defensa y protección de las personas consumidoras; 117, independencia de la justicia; 119, gratuidad de la justicia; 128, subordinación de la riqueza del país al interés general, entre otros.
Está claro que estos se refieren a cosas algo más serias.