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Desde Conil

Nobleza y sencillez

Hace más de tres décadas tuve la suerte y el placer de conocer a un niño de familia humilde y trabajadora.

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Hace más de tres décadas tuve la suerte y el placer de conocer a un niño de familia humilde y trabajadora. Este chico desprendía una nobleza, una seriedad y una formalidad, algo inusual en niños de aquella época.

Este joven tenía algunos años menos que yo, lo conocí porque era compañero de clase de un vecino mío. En el recreo y a la salida del colegio Menéndez Pidal charlaba con él. Siempre mantenía en su rostro, una sonrisa que demostraba la alegría que lo invadía.

Gracias a su nobleza ya su diplomacia, este simpático muchacho se puso a trabajar en una famosa ferretería de Conil. Al principio iba algunos sábados y tardes, luego las vacaciones de verano. Al finalizar los estudios primarios empezó a trabajar todos los días.

Durante 24 largos años nuestro noble amigo estuvo tras el mostrador de este emblemático establecimiento, de más de 70 años de historia encontrándose situado en la calle Prieta.
Esta era la ferretería Gómez, más conocida como ferretería” El Te”. Regentada en los años 40 por Juan Gómez y años más tarde por su hijo Diego. Este será el encargado de enseñar a nuestro amigo todos los artículos en venta y sus usos. Además de saber localizarlos en aquella pequeña vieja tienda, donde existía un desván que se comunicaba con este establecimiento por una escalera de madera. En este altillo había infinidad de productos, cada día era una aventura subir para buscar un simple tornillo.

A esta añeja ferretería le viene el nombre de “El Té”, porque en 1890 en Conil todo el mundo tomaba café en los bares, menos un joven llamado José Gómez que pedía té para tomar. Este era el padre de Juan. Actualmente esta histórica ferretería familiar la regenta Curro Gómez.

Nuestro aprendiz de ferretero pasará parte de su vida entre estas cuatro paredes, atendiendo al público con simpatía y con la sapiencia de haber estado mamando este oficio durante muchos años. Sabiendo desenvolverse como pez en el agua a la hora de buscar cualquier género.
Con los años esta empresa familiar abrió otra tienda en otra calle de nuestro municipio. Pero nuestro fiel conocedor de los secretos de la antigua ferretería, se mantuvo en su puesto. La vida da muchas vueltas en torno a los humanos. Un día aquel niño ya formado en hombre con experiencia y profesionalidad, decide dejar aquella tienda que fue su segunda casa durante un cuarto de siglo, para marchar a trabajar en uno de los muchos establecimientos hoteleros que el boom turístico ha hecho que se construyan en Conil.

Hoy en día muchas personas mayores que fueron sus clientes, se preguntan. ¿Que ha sido de aquel chico de la ferretería “El Té”?.Ese tan simpático y servicial. Cuando estas personas lo ven por la calle, de alegría lo saludan como si de un familiar se tratara, por el cariño y el aprecio que sienten por él.

Este homenaje popular va para Bartolo, que con su nobleza y sencillez supo dejar huella en el corazón de muchos conileños y conileñas.

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