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La Tribuna de Nertis

Otoño caliente, invierno frío

Se va el verano y desaparecen los rayos de Sol, y para una gran parte de la población significa que se acabaron las barbacoas, las vacaciones, la playa, los escotes bronceados, las terrazas de los bares, los amores pasajeros, los conciertos al aire libre, los amaneceres obsequiando frescor, los vent

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Se va el verano y desaparecen los rayos de Sol, y para una gran parte de la población significa que se acabaron las barbacoas, las vacaciones, la playa, los escotes bronceados, las terrazas de los bares, los amores pasajeros, los conciertos al aire libre, los amaneceres obsequiando frescor, los ventiladores vuelven a su rincón y se vacian las piscinas mientras los más pequeños creen que la playa la cierran con una verja interminable hasta el año que viene.

Las hojas del calendario van cayéndose demostrando que el pasado es imborrable, el presente imparable y el futuro indetenible. Llega el otoño, avisando suavemente de que el invierno está asomando y mostrará su crudeza, reventando toda esperanza de bienestar y no precisamente a los que nombré arriba.

El invierno se ceba con los que tienen que soportar las colas en los bancos de alimentos, convirtiendo el frio en su rostro en menos rostro, aunque con la excusa del clima podrán taparse la cara para no pasar la vergüenza de tener que recurrir a la caridad.


En algunas casas permanecerán sus habitantes envueltos en mantas para que la factura de la eléctricidad o el gas no se torne impagable, aunque pensándolo mejor, quizás sea preferible quedarse a oscuras y no mirarse en la miseria unos a otros ni ver la televisión; así no sufrirán cuando aparezcan las caras tan duras de dos expresidentes sinvergüenzas: Aznar y González, González y Aznar, que cobran de las compañías energéticas sueldazos por asistir a un Consejo para aconsejar no se qué, porque…. ¿Quiénes coño son ellos para dar consejos?

Vaticinaban los estudiosos, estadistas, politólogos, etc, que tendríamos un otoño caliente, pero ninguno ha presagiado la frialdad real del invierno. De los sin techo no quiero ni hablar: ellos sí que saben lo que es el invierno.

Vuelven las películas, las palomitas, el sofá, la bata y el calentador, pero el hombre sexagenario que duerme entre mantas y cartones bajo mi portal, poco sabe de eso. Bajo esa manta mugrienta y esos cartones, dormita cada noche una persona con una historia que nadie queremos oir. Hasta el clima trata a unos y otros con desigualdad, ¿o es el sistema?

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