Mil eximios intelectuales, que se oponen al aborto y defienden la vida han firmado un manifiesto en contra de la mal llamada Interrupción Voluntaria del Embarazo. Para ello se apoyan en argumentos avalados por la Ciencia Genética, la Biología Celular, la Embriología, la Histología, y otras ramas del saber. Para ellos es una evidencia científica el que “la vida humana empieza en el momento de la fecundación”. Son científicos y ciudadanos que reconocen el miedo que existe en muchos a ser perseguidos profesionalmente por los progres miserables que detentan el poder de lo políticamente correcto. Por eso precisamente son mil, número suficientemente significativo, y no muchos más. A estos últimos, los que guardan silencio aunque aplaudan, desgraciadamente habrá que recordarles que Dios y la humanidad juzgarán severamente, no sólo a los inductores de la muerte, sino también a los que colaboraron con su silencio en este genocidio. Los valientes ofrecieron cientos de argumentos para oponerse al aborto. Entre ellos destaco el que dio la directora general académica del Centro de Estudios Biosanitarios, Mónica López Barahona: “El aborto, en cuanto que es un atentado contra la vida en las primeras fases de desarrollo, no puede ser un derecho de nadie”.
Que poco gusta a los sofistas el que se les ponga en evidencia y se les descubra como enemigos del género humano. ¿Quién es ahora el hipócrita Pepiño Blanco?, ¿tú, a quién la ciencia y el sentido común descubren en sus tenebrosas y mortales maquinaciones, o aquellos que defienden la vida? ¿Quién es el que va en contra del progreso y de la sociedad, el virrey de Andalucía, Manuel Chaves, o serán aquellos que se juegan mucho defendiendo la vida en contra de los genocidas silenciosos? ¿Quiénes son los demagógicos y extremistas, los hijos de las tinieblas o los de la luz?
Por cierto, ya sabemos por fin para qué sirve ZP, después de su manifiesta inutilidad para gobernar este país. El verdadero oficio de ZP es el de expendedor de condones. Su lema próximo: ¡Su condón! ¡Gracias!