El ordenador portátil celebra su 40 aniversario
Parece una moda reciente pero ahora se cumplen 40 años desde que naciera el primer concepto de un ordenador que se podía transportar
En los últimos años han cobrado especial protagonismo. Su movilidad, creciente potencia y la reciente irrupción de los modelos más compactos han hecho que los ordenadores portátiles vayan ganando más adeptos y se conviertan en estrategias prioritarias de empresas de la envergadura de, por ejemplo, Apple. Parece una moda reciente pero ahora se cumplen 40 años desde que naciera el primer concepto de un ordenador que se podía transportar.
El culpable de que ahora podamos ir con un ordenador a cuestas todo el día es Alan Kay, un investigador informático de Xerox, que en 1968 fue un auténtico visionario. Por aquel entonces los ordenadores pesaban alrededor de 45 kilos y el elaboró el proyecto Dynabook, que pesaría algo menos de uno.
Lamentablemente, el proyecto era demasiado ambicioso, las especificaciones finales fueron un poco mayores que las de la idea inicial, al igual que el peso, además de que el precio se habría disparado. De esta forma el ordenador portátil ultrafino que concibió nunca llego a construirse pero sí sentó las bases y sembró la inspiración de múltiples conceptos que nacieron tomándolo como línea de salida.
Paradójicamente, Kay criticó la tendencia excesiva hacia la portabilidad, a pesar de que se pierdan funciones, como es el caso del increíble auge de los ordenadores ultra compactos, más pequeños pero también más limitados. “Me pone triste ver a la gente sacrificar funcionalidad real y valor de verdad por portabilidad en pantallas minúsculas”.
Asimismo, auguró que las pantallas colocadas en la cabeza (con forma de gafas) cobrarán más peso como dispositivos de salida en los ordenadores.
El culpable de que ahora podamos ir con un ordenador a cuestas todo el día es Alan Kay, un investigador informático de Xerox, que en 1968 fue un auténtico visionario. Por aquel entonces los ordenadores pesaban alrededor de 45 kilos y el elaboró el proyecto Dynabook, que pesaría algo menos de uno.
Lamentablemente, el proyecto era demasiado ambicioso, las especificaciones finales fueron un poco mayores que las de la idea inicial, al igual que el peso, además de que el precio se habría disparado. De esta forma el ordenador portátil ultrafino que concibió nunca llego a construirse pero sí sentó las bases y sembró la inspiración de múltiples conceptos que nacieron tomándolo como línea de salida.
Paradójicamente, Kay criticó la tendencia excesiva hacia la portabilidad, a pesar de que se pierdan funciones, como es el caso del increíble auge de los ordenadores ultra compactos, más pequeños pero también más limitados. “Me pone triste ver a la gente sacrificar funcionalidad real y valor de verdad por portabilidad en pantallas minúsculas”.
Asimismo, auguró que las pantallas colocadas en la cabeza (con forma de gafas) cobrarán más peso como dispositivos de salida en los ordenadores.
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