Conforme iban pasando los minutos, la expectación iba creciendo. Cádiz y Getafe nunca habían estado más unidas. La primera para dar la bienvenida a su nuevo pastor, y la segunda para despedirse de él tras muchos años de convivencia.Rafael Zornoza Boy, que es como se llama el nuevo obispo, ha tenido que dejar una huella imborrable allí por donde ha pasado. Muestra de ello es que estuvo acompañado en su día más especial de numerosos amigos, seminaristas y sacerdotes procedentes de su lugar de origen. Una Diócesis, la de Getafe, que le ha servido para hacer carrera, para aprender las claves del oficio que a buen seguro le servirán ahora para gastarse y desgastarse por las almas de los gaditanos, tal y como reza el lema acuñado por el nuevo obispo desde que se ordenara sacerdote, allá por 1975.Los que lo conocen lo definen como un padre, y como un hombre entregado por completo a su fe, que sabe cuidar de su rebaño con un espíritu abnegado que sólo es posible con la ayuda de una fuerza superior.
acto litúrgico
El acto comenzó a las 11.45 horas en la residencia del obispo, en la calle Arquitecto Acero. El Colegio de Consultores le esperaba en la puerta de su recién estrenado domicilio para recogerlo y llevarlo hasta el seminario de San Bartolomé, ubicado en la calle Compañía. Allí lo esperaban el resto de concelebrantes que tras el pertinente saludo pusieron rumbo a la Catedral para continuar con la liturgia.El nuevo prelado hizo su entrada por la puerta principal de la Seo a las 12 de la mañana, acompañado por su predecesor, Antonio Ceballos Atienza, y por el Nuncio del Vaticano en España, Renzo Fratini. El coro Virelay entonaban los cánticos de entrada, mientras toda la comitiva iba avanzando hacia el altar.
El primer momento emotivo se vivió en el coro de la Catedral, el lugar reservado a los jóvenes de ambas diócesis, muestra de la importancia que el nuevo obispo quiera dar a este grupo tan importante de la Iglesia. Fue en este sitio donde el nuevo obispo se arrodilló ante la sede y formuló sus primeras oraciones. La toma de posesión tardaría todavía media hora en llegar, ya que primero tocaba la justa despedida de su predecesor.
“Mi única credencial es que vengo en nombre del Señor”
Rafael Zornoza promete, y ésa fue la sensación con la que salieron los miles de fieles del acto de toma de posesión del nuevo obispo. Zornoza se presentó como una persona empática, cercana, y con un impresionante don de palabra. Sólo le bastó una frase para meterse a la asamblea en el bolsillo y para romper la barrera de la distancia. Con un que a Cai no la llaman Cai... consiguió tres cosas: rendir culto a la Patrona, tocar el corazón de los fieles y mantenerlos en vilo durante el resto de la homilía. Una predicación que se prolongó en el tiempo, pero que en ningún momento se pudo calificar de aburrida, sino todo lo contrario. El nuevo Prelado supo conectar desde el principio y hasta el final y no sólo porque hubiese ganas de escucharle, sino por su forma de predicar, y por el don de saber emplear las palabras necesarias.
El nuevo Prelado quiso dedicar a la Patrona de Cádiz su primer saludo, poniéndose bajo su amparo y protección y ofreciéndole su persona y ministerio: “La visité nada más llegar y esta tarde, con la Salve, le ofreceré la bula papal de mi nombramiento y, con ella, mi persona y ministerio. Os encomiendo también a vosotros, al maternal cuidado de la Virgen María.”El nuevo pastor también quiso dedicar unas palabras a su sucesor por dejarse en Cádiz su vida y su corazón, gobernando con acierto, con celo y mansedumbre. En este sentido, Zornoza Boy le recordó que “ésta será siempre su casa, porque también la tiene en los corazones de todos y, aunque se aleje un tiempo de aquí, deseamos tenerle siempre cerca para gozar de su amistad y consejo”.El ya obispo de la Diócesis se presentó ante los fieles como el que viene en el Nombre del Señor. “No tengo más credenciales. Dios me ha conducido hasta aquí después de una intensa y gozosa vida sacerdotal y unos años de obispo. He dicho sí al Señor cuando Él me lo ha propuesto por medio del Santo Padre, a quien corresponde el cuidado de todas las Iglesias, como dije sí cuando me llamó al sacerdocio, y cada vez que me ha pedido otros servicios ministeriales. Él me pone a vuestro servicio y me vincula a vosotros, a quienes ya quiero servir abnegadamente con el corazón del Buen Pastor.” Rafael Zornoza dejó claro que de antemano por ahora no es capaz de decir qué caminos pastorales concretos pedirá a la Diócesis, ni qué objetivos se deberán compartir, “pero es evidente que debemos profundizar en nuestro seguimiento de Cristo. Por tanto creo que acierto si os propongo ya desde ahora, como nuestra gran meta, evangelizar”. Ante la actual crisis económica y de valores, el nuevo obispo pidió a los fieles que mantengan la esperanza, porque ser cristianos nos impide caer en el desánimo: “Lo nuestro, lo típicamente cristiano, es la esperanza, y con ella, el ánimo.” Una vez finalizada la ceremonia de investigura, sobre las 13.45 horas, el prelado permaneció en el altar para recibir el saludo de los miles de fieles que querían conversar con él.
Tras el almuerzo y un más que merecido descanso, Rafael Zornoza acudió a Santo Domingo a visitar a la Patrona para despositar a sus plantas la bula papal por la que ha sido designado obispo de la Diócesis y para pedirle amparo y protección en este nuevo ministerio que el Señor le ha encomedado.Ahora le quedan unas duras semanas de adaptación y rodaje. Por lo pronto, en el día de hoy estará en Ceuta para presentarse a los fieles de la ciudad autonómica de los que, a buen seguro, conseguirá el mismo respaldo que ayer obtuvo de toda a Bahía de Cádiz.
Ceballos le invita a que siga echando las redes en nombre del Señor
Antonio Ceballos Atienza aprovechó sus últimos minutos como administrador apostólico de la Diócesis para desear al nuevo Prelado un pontificado fructífero, a lo largo del cual “encontrarás a muy buena gente, dispuesta siempre a ayudarte en los muchos problemas que te van a surgir”. Ceballos le aseguró que “merece mucho la pena” ser obispo de Cádiz y Ceuta, a la vez que quiso transmitirle “ilusión y pasión” a la hora de trabajar por esta Diócesis tan complicada y llena de necesidades, “compuesta por gente muy trabajadora, acostumbradas al duro oficio de la mar”.El último mensaje del predecesor fue muy alegórico, empleando el mar y la pesca como símbolos de la nueva evangelización, lejos de caladeros esquilmados en la fe.