El medio familiar en el que crece un niño puede limitar o favorecer su desarrollo personal y educativo. La actitud hacia la educación, la cultura o el ambiente laboral que los padres sean capaces de transmitirle determinará en gran medida que llegue a ser Nini o Sisi. Madres y padres que se encuentren con este problema deben tener en cuenta que el primero que sufre es el propio niño, a pesar de que, como técnica defensiva, quiera dar la sensación de que no le importa. Al no poder aceptar su fracaso, adoptan una conducta rebelde y desinteresada. Llegar a la categoría de Nini es cuestión de tiempo. Además, ocurre de manera paulatina.
Lo peor, según los expertos, el suicidio y las drogas son opciones muy frecuentes para estos jóvenes, especialmente en la franja de edad de entre 12 y 29 años.La solución parece complicada. Sin embargo, han surgido grupos de entrenamiento con el lema: Recogemos a su hijo Nini y se lo devolvemos Sisi, y si no queda satisfech@... ¡Nos lo quedamos! Parece broma, pero es cierto. La razón de esta propuesta es puro egoismo: “habida cuenta de que la mencionada generación será la responsable de mantener el sistema social que pague nuestras pensiones y, visto lo visto, más nos vale hacer lo posible para que resulte lo conveniente. Es decir, convertir parásitos en simbióticos. Pues eso, de Nini a Sisi.